El Anotador de Gilberto Ramírez Santacruz
Apuntes de un poeta aficionado y escritor esporádico. Según algunos, Gilberto escribe para no trabajar y, otros, que le cuesta mucho trabajo escribir! Pero él mismo cuenta su modus operandi a la hora de escribir:"Sólo quiero escribir cuando amo pero cuando amo dejo de escribir, por suerte cuento yo con las dos manos que al tiempo de amar puedo sentir." El desafío está echado, con el tiempo se verá si Gilberto escribe poco porque trabaja mucho o escribe mucho porque trabaja poco.El blogger
jueves, 25 de enero de 2024
Poemas de hoy en día y otros versos olvidados.
martes, 22 de noviembre de 2022
Madres hay pocas...como Hebe...!
MADRES HAY POCAS*
"Y el día en que los plumíferos y los sicarios de la junta militar argentina echaron a rodar la calificación de “Locas” para neutralizar y poner en ridículo a las Madres de Plaza de Mayo, más les hubiera valido pensar en lo que precede, suponiendo que hubieran sido capaces, cosa harto improbable. Estúpidos como corresponde a su fauna y a sus tendencias, no se dieron cuenta de que echaban a volar una inmensa bandada de palomas que habría de cubrir los cielos del mundo con su mensaje que cada día es más escuchado y más comprendido por las mujeres y los hombres libres de todos los pueblos. (…)" Julio Cortázar
"No hay otra expresión: Invencibles Maestras. Las Madres nos enseñaron democracia: mujeres del pueblo, surgidas casi todas de barrios de trabajadores. Nos enseñaron democracia demostrando que sólo hay democracia cuando el pueblo ha ganado la calle y habla (… )Desde el piquete que corta los caminos de la infamia hasta el piquete de la moral y la conducta que existirá eternamente en los que creen que la única democracia existe cuando todos pueden vivir en dignidad." Osvaldo Bayer
"Las extraordinarias Madres de
Plaza de Mayo, con arrasadora autenticidad, han mostrado ser hijas de sus hijos
e hijas, haber sido rehechas por ellos y ellas, con valor supremo han tenido y
tienen fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la
virtud, y en sus vástagos, desaparecidos espantosamente, y reaparecidos en sus
corazones ejemplares. Sólo quiero dejar aquí estas palabras, tan sencillas como
verdaderas, para ratificar mi gratitud por el ejemplo imperecedero de quienes
son la conciencia de su patria y el orgullo de tantos y tantas en el planeta. Roberto Fernández Retamar, La Habana
Poco a poco, allí, en el norte de
Europa, tan lejos, el extravío del dolor tuvo calma, la derrota conoció la
esperanza y nuestras vidas a la deriva en los océanos infaustos del destino
encontraron su anclaje y su sentido. Otra vez el mañana era un puerto. Fue desde la piel de las Madres que mi
angustia pudo denunciar a una sociedad que se dejó llevar a sus hijos vivos y
no enterró a sus muertos." Vicente
Zito Lema
y prefirieron pasar por locas pero no por cobardes
y eligieron
luchar sin cansarse para vencer día tras día...
jueves, 20 de octubre de 2022
Las moscas azules...!
Las moscas azules
y el imperturbable lector de las letrinas*
“Moscas
vulgares, / que de puro familiares,
no tendréis digno cantor: /yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado, / sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor, / sobre los párpados yertos
de los muertos. (Antonio Machado)
La cita en un café
de Buenos Aires forma parte de un ritual más religioso que de un hábito
sentimental o costumbre urbana, que sus habitantes nativos lo cultivan con
asiduidad y los recién llegados practican del mismo modo por
pura asimilación o mimetización. Viene a cuento la introducción porque una
vez más estando con un entrañable amigo en el mismo vórtice de la ciudad, donde
parecían sentirse los latidos sincronizados del corazón de Buenos Aires, a una
escasa distancia del lugar donde viviera la pionera paraguaya Ana Díaz,
considerada la primera madre porteña por haber dado a luz el primer porteño de
la historia y por haber sido compañera insoslayable del mentado Juan de Garay,
declarado como el verdadero fundador y no refundador como lo nombran los
historiadores que ningunean a la Asunción, la “madre de ciudades”, “amparo
y reparo de la conquista”, prodigiosa en fundaciones y civilizaciones, sin
tener en cuenta que de la primera fundación de Pedro de Mendoza no había
quedado ningún vestigio de la Santa María del Buen Aire, y estábamos en un
lugar establecido y convertido en leyendas, quizás elegido por aproximación al
sitio histórico real y celebrado por ser cuna de los mitos bonaerenses, por hoy
conocida como la transitada esquina de Florida y Lavalle, justo allí nos
encontrábamos una de estas mañanas con el amigo Rodolfo BV, sentados en un
típico bar de bohemios, oficinistas, turistas y burócratas. Y casi
mecánicamente también, intercambiamos los libros, copias de obras inhallables e
incunables, mapas antiguas del Virreinato del Río de la Plata, de cuando el
Paraguay poseía todo el Atlántico Sur dentro de su dominio y las Cataratas del
Yguasu o “Ytysaingó, aguas colgantes para los nativos, caían cantando rugientes
de las entrañas más profundas de su ser como una antigua nación de naciones que
conformaban los Tupinambá y Guaraní, que abarcaban desde Sudamérica hasta los
confines del Caribe y las Antillas lejanas, diseminadas por la inmensidad del “para guasu”(
mar-océano o aguas grandes).
Como
era ya nuestra costumbre, ocupamos una mesa en el ventanal y alejado de la
puerta de entrada para evitar el trajín de los parroquianos, la charla como
siempre con Rodolfo BV gira alrededor del añorado Paraguay y sus ingratas
vicisitudes políticas, sin falta también en torno de nuestra histórica y gran
colectividad paraguaya que palpita sobre dos carriles al mismo tiempo, los
vaivenes de su país en donde no puede vivir y los de la Argentina en donde
permanece en destierro soñando volver alguna vez al terruño; nos interrogamos
sobre los nuevos datos históricos descubiertos u obras antiguas mentadas pero
no leídas por nadie que se han digitalizados en el último tiempo, asimismo
oponemos nuestra lectura como un sano ejercicio de la competencia intelectual y
enlazamos así con los demás bueyes perdidos y encontrados, que desembocarán
luego en anécdotas espumosas de humor y risa en el final del encuentro.
Pero
este encuentro con Rodolfo BV fue más memorable que otros, por un tema surgido
en forma inesperada y episodio de poca importancia que soslayó el rico café que
desayunamos, un episodio de los más vulgares que produjo grandes estallidos cerebrales
en nuestra memoria y cultura, ya que al sentarnos nomas esa mañana en la mesa
elegida, notamos que éramos acompañados, espiados y sobrevolados por unas
descomunales moscas que zumbaban, que curiosas y nerviosas se lanzaban como
kamikazes sobre nuestra mesa, tal vez atraídas por el azúcar de las facturas,
sostuve yo sin darle mayor importancia y tratando de espantarlas con la
servilleta. Mi amigo, en cambio, en son de broma parecía, aseveró que les
atraían a las moscas los libros incunables que me trajo en fotocopias y que
nunca habían podido posarlos. Su curiosa interpretación me llevó a la infancia
y me hizo recordar las palabras de mi abuela Lucía, que nos mandaba cerrar los
libros escolares para que las moscas no leyeran y dejasen sus puntos de vista
sobre el texto en miles de manchas amarillentas. La abuela también nos daba su
pantalla de palma o karanda’y, que usaba para aventarse en las siestas
de calor infernal, para espantar las moscas a la hora del almuerzo y decía que
era toda una ciencia el arte de papar moscas, que debíamos prestar más atención
a sus indicaciones y enseñanzas, que el manejo de la pantalla era el arma
eficaz para el calor y las moscas que forman parte del Paraguay como el aire
del universo. Y mi abuela Lucía era una maestra en el manejo de la pantalla de
karanda’y, parecía formar parte de su cuerpo la pantalla cuando dormía la
siesta, ella roncaba al dormir pero su pantalla automatizada en la mano
no dejaba de ventilarla y como con un miembro mecánico añadido a su
cuerpo se auto apantallaba sin necesidad de estar despierta ni pedir ayuda a
nadie.
Estaba
en ese desvarío de reminiscencias infantiles, cuando de pronto Rodolfo BV,
haciendo caso omiso a las moscas que aterrizaban y despegaban de la mesa con
arriesgados planes de vuelo, después de enumerar los últimos libros leídos y
releídos, trajo a mención a un amigo con afición a las moscas, un perdido
lector quijotesco y a quien lo recordó como a un admirado compañero, ex
camarada en la Revolución Febrerista y destacado funcionario del gobierno de
Rafael Franco, dijo además que era un lector compulsivo y que su mejor momento
y lugar para la lectura, según parece, eran en los instantes supremos en que
sufragaba y obraba en la letrina, el goce era total sobre todo si era acompañada
la prosa con la incomparable música surgida de los zumbidos de las coloridas
moscas azules, que nunca faltaban a la cita y gustaban merodear celebrantes la
fetidez del escusado por sobre todas las cosas inmundas.
Me
quedé muy sorprendido por el comentario insólito y escatológico, tal vez por
considerar aquella buena costumbre del amigo como doblemente higiénica no sólo
para el cuerpo sino también para el alma, o será porque yo mismo acostumbraba
no desaprovechar aquellos momentos de trámites tan personales como íntimos, si
bien no tenía libros a mano sino viejos diarios destinados a la higiene, para
desasnarme cada tanto con la lectura y relajar al mismo tiempo las tensiones
más impostergables sobre el trono depositario. El caso del lector Próculo
Escalante, tal el nombre del personaje referido por Rodolfo BV, era un sujeto
de origen campesino, luego de alistarse como combatiente en la Guerra del Chaco
y condecorado por su bravura se quedó viviendo en Asunción, posterior al golpe
de 1936 participó del gobierno febrerista pero no pudo familiarizarse del todo
con la vida urbana y nunca pudo utilizar el baño moderno de su casa, para la
comodidad adosado puerta de por medio al cuarto matrimonial, para subsanar
dicho inconveniente mandó construir en el fondo de su patio una letrina de la
más precaria y al estilo campestre para el estricto uso privado, cuya hediondez
atraía y mantenía un enjambre permanente de moscas azules, que zumbaban en
afiebrado concierto y revoloteaban a su alrededor mientras él se zambullía
quien sabe en qué mundo que le ofrecían las páginas de los libros.
Luego me hizo
recordar también la rara costumbre de Escalante lo ocurrido con Prudencio
Troche, el encargado de Impuestos Internos de mi pueblo de Tatakua, un señor
bastante culto e informado para el común de las gentes, que viajó a Asunción
allá por los años 1965 y 1966 para la boda de su hija, casada con un coronel
bien acomodado con el dictador Rubioroch, marcante de Stroessner, a su
regreso comentó a todo el pueblo, ansioso de anoticiarse de lo que pasaba en la
capital y del fastuoso casorio en cuestión, dijo que todo fue maravilloso
alrededor del casamiento, inclusive el nuevo matrimonio se instaló en uno de
los primeros edificios altos de departamentos construidos entonces, pero que lo
único que le había molestado y no le había gustado nada de la casa fue que,
aunque era todo un lujo en sus detalles y comodidades, “la letrina estaba
dentro de la propia casa”, que se suponía, según sus experiencias rurales y
campesinas, debía estar lejos del hogar donde se comía por su insalvable
hediondez e inevitable atracción de las moscas y moscardones de todos los
colores y matices.
Para seguir de
alguna manera la chanza, comenté a mi turno que las moscas en realidad eran
animales tan mitológicos como los dinosaurios pocas veces valoradas y a menudo
olvidadas, que tienen a su haber incontables exegetas, apologistas,
panegíricos como detractores y perseguidores, y aunque abundan las
alusiones poéticas, narrativas y teatrales sobre ellas en la historia de la
literatura, se las tratan a menudo sin respeto y son reputadas habitualmente
como impertinentes y molestas. Mi comentario sonó serio y meditado, eso hizo
que Rodolfo BV se interesara por el tema y me invitó a proseguir con mi discurso
y pidió que mencionara aquellas obras aludidas en defensa de las plagas
voladoras que nos estaban hostigando, aquellos escritos y artículos varios que
abordan a las moscas como seres esenciales o bien como de cualquier especie
animal, pero también como protagonistas simbólicas de tragedia y luto casi en
toda la historia de la humanidad.
—
Hasta tienen un dios las moscas
para que vos veas, en la antigüedad fue Júpiter y luego, en la época bíblica,
fueron salvadas en el Arca de Noé, a pedido de nuestro Dios, porque eran
imprescindibles en la cadena de vida y muerte –le aseveré a mi amigo y aceptó
creyendo que estaba escuchando una de mis tantas historias fantásticas o
mágicos relatos.
— Pero
qué notable, nunca reflexioné hasta ahora sobre las moscas ni presté tanta
atención a esos diminutos e inquietantes seres, salvo en las calurosas siestas
paraguayas cuando se proponían perturbarme y las espantaba a violentos
pantallazos como verdaderas hijas de Belcebú o “añamemby” en
guaraní, que en lenguas antiguas siria “Behelzebub” y hebrea “Bahal-zebub”
significan “señor de las moscas”, o
como malos pensamientos que solían girar sobre mi cabeza y zumbaban en mis
oídos hasta aturdirme, parecían enviados por el algún mal espíritu o el mismo
diablo de las siestas –comentó risueño Rodolfo BV como restando
importancia a mi pretenciosa introducción.
— Sin embargo, las moscas fueron salvadas en millones del Diluvio
junto a insectos, gusanos, parásitos, gérmenes, microbios, virus y bacterias
entre otras especies por Noé, que bien podría haber dejado sucumbir bajo el
agua por la salud de la humanidad y por puro sentimiento antropocéntrico, pero
sin embargo fueron salvados a pedido expreso de Dios, y a cambio fueron
condenados al ahogo la mayoría de los animales gigantes por ocupar mucho lugar
en el Arca, saurios y dinosaurios en todas sus especies, ranas y sapos de
tamaños de una vaca, simios y primates mastodontes de los cuales habría
descendido el mítico Goliat, serpientes y réptiles admirables de extensión kilométrica,
pájaros y pajarracos enormes como helicópteros y aviones, según denuncia
ingeniosamente Mark Twain en sus Cartas
desde la tierra, donde explica fabuloso que cuando el diluvio cedió
terreno, los animales fueron esparcidos por el mundo, se distribuyeron por todo
el globo: los tigres y pumas, por América y la India; los leones y elefantes
por Africa, por aquí otros animales, por allá, las demás especies para
reproducirse y repoblar el planeta. Pero vos, Rodolfo BV, te estarás
preguntando… ¿y las moscas? El propio Twain en una de sus Cartas
dice, que yo felizmente tenía entre mis anotaciones de la agenda y lo recité
casi de memoria con otras palabras para la ocasión: “Las moscas no pertenecen a nación alguna; se siente a gusto en
cualquier clima, el orbe es su territorio, todo ser que respira es su presa, y
para todos ellos es un azote del infierno. Para el hombre es una embajadora
divina, un ministro plenipotenciario, un representante especial del Creador. Lo
infesta en la cuna; se adhiere en racimos a sus pegajosos párpados; zumba, le
pica y le fastidia, le roba el sueño a él y las fuerzas a su madre en las
largas vigilias que dedica a proteger al hijo del azote de esta plaga. La mosca
atormenta al enfermo en su casa, en el hospital, en su lecho de muerte hasta su
último suspiro. Lo atormenta en las comidas; antes busca pacientes que sufren
enfermedades mortales y repugnantes; se pasea por sus heridas, se impregna las
patas con un millón de gérmenes capaces de infligir la muerte; luego se posa en
la mesa del hombre sano y contamina la mantequilla y descarga su intestino de
excrementos y gérmenes tifoideos en su pan. La mosca arruina más organismos
humanos y destruye más vidas humanas que toda la multitud de mensajeros de
infelicidad y agentes letales de Dios juntos.”
Quedó en extremo
pensativo Rodolfo BV, después de soportar mis anotaciones mal leídas pero de
inquietantes aseveraciones, tal vez persuadido de que estaba fuera de mis
cabales, pensé ya por un momento al apasionarme tanto por las moscas, pero no,
sólo tomaba coraje para sorber su primer trago de café después de semejante
dosis escatológica, pero a la vez parecía dispuesto a seguir con el tema que
surgió espontánea y quizás a falta de temario más circunspecto a nuestras
preocupaciones habituales que solían ser
más de índoles culturales y políticas.
— Mientras
leías o hacías que leías me vino a la memoria un episodio o anécdota que había
leído alguna vez pero no recuerdo ni remotamente en dónde o cuál libro, que
Hipócrates curaba haciendo posar y poner larvas a las moscas sobre las heridas
sangrantes, para supurar primero y cicatrizar luego, dice que hacía infectar
primero la herida y algo por el estilo, atribuía por lo tanto a las moscas un
poder curativo, según parece y de acuerdo a aquel escrito… –refirió Rodolfo
algo divertido y no habitual en él hacer comentarios dando crédito a lo no
científico, tal vez por ser un gran
conocedor de la historia y las ciencias, un marxista de fuste y “aggiornado”
político y politólogo.
— El
mismo Sartre tiene una conocida obra de teatro “Las moscas”, una versión
teatral de la tragedia griega, que escribió y representó en París durante la
ocupación nazi, en la cual comparaba la presencia militar alemana con las
moscas unánimes que arrasó con Argos por castigo del dios Júpiter, como condena
a un magnicidio llevado acabo y exigía a la ciudad ocupada por las mascas
descubrir y castigar al magnicida antes de retirar dicha ocupación -añadí
haciendo alarde de una obra que leí obligado en mi época de colegial desatento
y atrabiliario.
— Las moscas junto a las cucarachas deben ser las especies más
vulgares entre los seres pero también las más misteriosas, sobrevivieron a los
siglos y hasta a las bombas atómicas al parecer nada menos –sumó Rodolfo BV a
favor de las intrépidas protagonistas.
Por mi parte, para
la paciente curiosidad de mi amigo, develé que hace tiempo venía yo estudiando
la trayectoria histórica de las moscas, por haberlas encontrado aludidas en
tantos textos muy celebrados y de las formas más insólitas, así que
cuando mi amigo disparó la anécdota de Próculo Escalante, disparada a su vez
por los ataques inmisericordes de las moscas del bar, sobre su hábito de
deponer y leer al son y danza de los moscardones azules, saltó en mí el
biógrafo e historiador de esos implacables y “furiosos pedacitos de vida”
como las describió el poeta Bukowski en su poema “Dos moscas”, que
también leía periódicos y hasta escribía sus libros sentado sobre el inodoro y
sin descuidarse de la infaltable botella de cerveza, aunque yo pensaba que
nunca iba a encontrar a alguien con quien pudiera compartir mis averiguaciones
inútiles, como ésta, por ejemplo, que habla de la importancia de las moscas
como metáforas de la vida y de la muerte en el devenir histórico de la
humanidad.
—Después del propio
génesis de Mark Twain, escribió Erasmo de Rotterdam al exaltar la estulticia en
su “Elogio de la locura” que el primer trabajo vindicativo de las moscas
fue el de Dión Crisóstomo con su “Elogio del mosquito”, aunque la obra
no perduró hasta nuestro tiempo, fue muy celebrada por los sofistas como un
modelo de “enkomio paradoxa”, luego continuó con la saga Luciano de
Samosata, además de escribir “Elogio o encomio de la mosca”, haciéndose
eco con ironía de la inmortalidad de las moscas y de la antigua creencia de que
las moscas no eran otras cosas que las almas de los muertos(anima vagans),
asimismo trae a colación Luciano algunos conceptos literarios al decir que,
entre otros, Homero “tratando de alabar al mejor de los héroes, no compara su
vigor con el león, la pantera o el jabalí, sino con la audacia de la mosca y
con lo intrépido y persistente de su ataque.” Pero Erasmo remató su elogio a la libertad
natural de estos seres insignificantes e impertinentes pero llenos de
supersticiones humanas: ¡Cuánto más
deseable es la vida de las moscas y de los pájaros que viven libres de cuidado
y a tenor sólo del instinto natural, con tal que se lo toleren las asechanzas
del hombre! Si cuando se encierra a los pájaros en una jaula se les enseña a
imitar la voz humana, es admirable cuánto pierden de aquella gracia natural
suya." –seguí explayándome y descubrí extasiado a mi amigo escuchando
mis anotaciones de la pequeña agenda y dispuesto a añadir su gran conocimiento
filosófico.
— A propósito de las moscas, ya que estamos…se decía por
ahí también que el propio Descartes, descansando una siesta y mirando el techo,
observó a una mosca posada en una pared, justo en un punto equidistante que
llamó su atención, a poca distancia de la línea que une a las dos paredes, dice
que esa posición de la mosca, con respecto a la línea final de una pared y
comienzo de la otra, le inspiró la teoría de las coordenadas cartesianas, por
primera vez casi que el álgebra o la matemática se combinaban de ese modo con
la geometría para luego mensurar teóricamente toda la existencia y el universo
creído entonces todavía en gran medida que era infinito –disparó su misil de
científico vocacional Rodolfo BV, aunque me tenía acostumbrado con su amplio
conocimiento me sorprendió que haya formulado esta vez su enunciado con apoyo
de las moscas.
Para acompañar de alguna manera a mi amigo su excelente puesta en escena
del amplio conocimiento que exhibía, eché mano a la consabida noción del hombre
como una especie más dentro del reino animal, que nos trajo Charles Darwin con
su magistral obra El origen de las
especies, en cuyo sistema la mosca y el hombre son eslabones de una misma
cadena de vida, que proveyó congruencia para todos con su inobjetable teoría
del evolucionismo biológico y que aplastó epistemológicamente la versión creacionista
y derrumbó al hombre de su nebuloso cielo divino, para convertirlo en una
suerte de ángel caído en la tierra, colocándole en “el puesto del
hombre en el cosmos” como escribiera Max Scheler, es decir, el hombre
puesto en el cosmos debió adaptarse para sobrevivir, comió su propio rabo y
quemó las alas de tanto acercarse al
fuego del conocimiento, pero no se debe dejar de mencionar que, muchos por
añorar tanto el cielo perdido, sigue viviendo en la luna abstraídos de la
realidad y la vida empírica. Para reforzar mi comentario desparramado,
una vez más recurrí a mis anotaciones de agenda e ilustré mi exposición con
escritos de Nietzsche, extraídas entre otras de “De las moscas del mercado”, que anoté alguna vez sólo por la
referencia a las moscas: “Desde el
inicio de la época moderna, el hombre no sólo ha perdido su posición central en
el universo, sino que las teorías de Darwin también hacen tambalear su
pretensión de ser una creatura de Dios. Se ha vuelto un animal, un animal sin
parangón, escape ni reserva; él, que en su creencia anterior casi era
Dios. Pero si pudiéramos comunicarnos con una mosca, llegaríamos a saber
que también ella navega por el aire poseída de esa misma pasión, y se siente el
centro volante del mundo. Nada hay en la naturaleza, por despreciable e
insignificante que sea, que, al más pequeño soplo de aquel poder del
conocimiento, no se infle inmediatamente como un odre; y del mismo modo que
cualquier mozo de cuerda quiere tener su admirador, el más soberbio de los
hombres, el filósofo, está completamente convencido de que, desde todas partes,
los ojos del universo tienen telescópicamente puesta su mirada en sus obras y
pensamientos."
Rodolfo BV apuró un sorbo
más de su “lágrima” y se dispuso a continuar el razonamiento, al tiempo de
acomodar sus lentes que habían quedado humedecidos por el humo del café, colocó
la taza sobre la mesa y se despachó el último de los enciclopedistas que atendía en un bar y yo consultaba a
diario.
— Occidente de tradición judeocristiana siempre tuvo al hombre como
una especie superior a todas las demás y cuando no “a imagen y semejanza” del
mismo Dios, el hombre como hijo putativo del Creador y heredero de cuanto
existiese en la tierra y en el cielo. Sin embargo, el Oriente milenario siempre
supo, a través de sus sabios más renombrados como Zoroastro, Buda, o Confucio
que el hombre era un ser que ocupaba su limitado lugar como cualquier otros
seres como las plantas, los animales pequeños y grandes, los astros y las
estrellas, incluso Mahatma Gandhi, en base a su creencia en la “ahisma” o la no-violencia hacia
cualquier ser vivo, en 1935 llegó a oponerse en forma tajante a la fumigación
de veneno contra las moscas y mosquitos que provocaban una peste de paludismo
en la India, argumentando entonces que “no tenemos el derecho de quitar la vida a
los mosquitos, piojos, ratas o pulgas. Tiene tanto derecho a vivir como
nosotros.”
Cada vez mi amigo me
arrinconaba más con sus destellos y relámpagos intelectuales hacia mis
quehaceres y saberes propios, zapatero a tu zapato me decía yo por lo bajo ante
tan brillante exposición, para salir del paso volví a mencionar a los poetas
que también se inspiraron en las moscas, quizás como jactancia de su arte o una
forma de exhibir su talento, dije sin mucha convicción, como hiciera Pablo
Neruda en sus Odas elementales al
inspirarse en una farmacia para versar: “Farmacia, / iglesia / de los
desesperados / con un pequeño / dios / en cada píldora..., o bien la Oda
al átomo para escribir: “Pequeñísima / estrella, / parecías / para
siempre / enterrada / en el metal: oculto, / tu diabólico / fuego.”, o en cualquier
otra cosa que nunca antes había llamado la atención de nadie y menos de un
poeta. El mismo gran escritor y poeta brasileño Machado de Assis tiene un
célebre poema “Mosca azul” que podría
aportar un epígrafe a nuestro relato sobre las moscas, que empieza
diciendo: “Era una mosca azul, / alas de oro y granate, / Hija de China o el
Indostán...” Pero la memoria me
auxilió generosa en tan difícil trance y me llevó al archiconocido poema “Las
moscas” de Antonio Machado, un poeta monumental y popular, cuyo padre
precisamente se hacía llamar Demófilo, amante del pueblo, que poetizó sobre
nuestras musas en cuestión con los inmejorables versos, que compartí con el
amigo gracias a mi frondosa agenda : “Y
en la aborrecida escuela / raudas moscas divertidas , / perseguidas,
perseguidas / por amor de lo que vuela./ Inevitables golosas, / que ni labráis
como abejas, / ni brilláis cual mariposas; / pequeñitas, revoltosas, / vosotras,
amigas viejas, / me evocáis todas las cosas.” De
igual modo traje al ruedo al otro gran poeta español que fue Dámaso Alonso, nos
legó su “Elegía del moscardón azul”
al decir bellamente: “Sí, yo te asesiné estúpidamente. / Me molestaba tu zumbido / mientras
escribía un hermoso, / un dulce soneto de amor. / Y era un consonante / en
-úcar, para rimar con azúcar, / lo que me faltaba.” Asimismo, el admirado escritor venezolano Arturo Uslar Pietri
tituló uno de sus más celebrados cuentos “La
mosca azul”, basado en la vida de un pícaro trashumante llamado José
Gabino, un borrachín que andaba por la vida y los caminos, de pueblo en pueblo
engatusando a cada paso a los prójimos para sobrevivir, pero siempre con una
mosca azul posada en su roja nariz, “una
gran mosca azul, metálica y brillante, de las mismas que se les paran a los
animales muertos”, según el narrador, en cuya nariz había quedado grabado
el color rojo de cuando actuaba de payaso en un circo y la mosca, desde
entonces también, le posaba en la nariz y lo seguía como una sombra volátil o
una mimosa mascota nariguera.
Rodolfo BV pareció sorprendido y abrumado
por tantas citas poéticas y literarias en ristras, terminó de tomar su café y
ordenó los libros sobre la mesa, pasó revista a los parroquianos del bar que
competían con nosotros en charlas bizantinas, observó luego a los transeúntes a
través del ventanal, miró su reloj y pareció tranquilizarse por la hora. Meneó
la cabeza y se dispuso a comentar algo
más sobre su amigo lector, ya célebre a esta altura entre nosotros, Próculo Escalante, que nos
diera pie a semejante estampido de anecdotarios sobre las moscas azules.
—Mi amigo Próculo en su afición por la lectura llegó a montar una
verdadera biblioteca en su letrina, al volver
de su función fisiológica solía comentar sus últimas lecturas llevada a
cabo al son de los esfínteres. En una ocasión que lo visité, mientras tomábamos
un fresco tereré bajo la sombra de su frondoso mango, de repente decidió
marchar al servicio y no medó más
remedios que aguardarlo, a sabiendas de que podía demorar bastante si se
enganchaba con algún libro abierto al azar en un capítulo atrapante. Y ocurrió
lo previsto, al rato volvió eufórico y transpirado pidiendo de urgencia un
tereré para sorber, seguido por algunas de sus infaltables y mentadas moscas
azules, según él proveedoras de la música más sublime a la hora de su lectura,
y comentó que durante su jadeante deposición leyó algunas páginas magistrales
del Diario de Colón o Crónica
del primer viaje de Cristóbal Colón, donde en algunos párrafos el almirante
llamó pájaros-moscas a los multicolores colibríes que le sobrevolaron apenas
pisó América, por un lado, luego mencionó que leyó también al pasar la “Rebelión en la granja” de George Orwell, donde habla del cerdo
mayor o líder de la granja que tenía cola para espantar a las moscas pero que
el cerdo hubiera preferido no tener cola ni moscas que espantar, contrario a lo
que decía el poeta Baldomero Fernández Moreno: “Cada vez que tengo que
espantar una mosca con la mano echo de menos el rabo.” –agregó risueño mi
amigo por la costumbre pintoresca de nuestro personaje de marras.
Yo recogí los guantes para corresponder de
alguna manera tan llamativas citas literarias y me remonté también hacia el
Oriente para dejar volar una pandorga teórica y que había mencionado Rodolfo
BV, que citó a Gandhi para enunciar los derechos de las moscas y otros
conceptos más amplios de cosmovisión que tenían los orientales a diferencia de
los occidentales que supuestamente éramos nosotros, antropocéntricos, para traer luego a mención a los poetas
japoneses del hai-kú, hai-kai o hai-ku’i, cuya pronunciación fue formando y
deformándose en miles de años, es una composición poética brevísima consistente
en tres versos (5 7 5 sílabas), que remite su nombre en lo lingüístico al
remoto origen común austronesio con el guaraní, más precisamente a la lengua
mahorí de Nueva Zelandia y otras naciones oceánicas, donde “haí”(trazo o raya)
significa por añadidura escribir y escritura, y “ku” o “kû” lengua como órgano
o habla, escritura que habla o que cuenta en guaraní, por un lado, así como
también “yvyku’i” significa tierra en partículas o arena, haiku(‘i),
podría significar tranquilamente letra
en partículas o escritura fragmentaria o fragmentada, que según el estudioso
del guaraní Tadeo Zarratea, lo más apropiado en el guaraní actual sería
“haiky”, un brote de escritura pero perenne ya en su forma y extensión. Esta
forma poética fue cultivada inicialmente en Francia por Apollinaire con su Caligramas, por Juan Ramón Jiménez,
Federico García Lorca, Antonio Machado y Luis Cernuda en España; por Ezra Paund
en Estados Unidos, José Juan Tablada y Octavio Paz en Mexico; por Jorge luis Borges, Alvaro Yunque, García
Saraví y González Lanuza en Argentina; por Mario Benedetti en Uruguay y Jorge
Carrera Andrade con su Microgramas en
Ecuador; asimismo, en Paraguay es muy cultivado en la actualidad el haikú, haikai,
haiku’i o haiky por poetas de nueva generación tanto en
castellano como en guaraní como Augusto Casola, Feliciano Acosta, Javier
Viveros, Ricardo de la Vega y Santiago
Montiel, entre otros, incluso éste último publicó su poemario con el sugerente
título de "Haikus, haiku'i y no
tanto".
— El haiku es de tradición milenaria para la poesía japonesa, pero
se consolidó en el siglo XVII con el poeta Matsuo Bashô, tenido como uno de los
padres de los haikus modernos, la
esencia de estos versos es lo nimio, lo pequeño y lo efímero de la vida y la
naturaleza, captan lo supremo del momento actual, registra el imperio del
instante y “es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este
momento”, el hic et nunc, que decían
los antiguos latinos para significar el “aquí y ahora”. Bashô para inspirarse
decidió vivenciar primero para luego escribir, con tal motivo se propuso viajar
mucho y vagar siempre recogiendo sensaciones y visiones que dejó relatado en
sus célebres libros Diario de un
esqueleto abandonado a la intemperie y Sendas
de Oku, donde anotó, entre otros preceptos poéticos: “Todos los días son viaje y la casa misma es viaje”, pero entre las
nimiedades que describió se destacan los relacionados a los seres pequeños como
las moscas y los mosquitos al decir: En
mi choza / todo cuanto puedo ofreceros / es que los mosquitos son pequeños
– comenté tratando de ser breve también hablando de la brevedad de los haikus.
—Yo como avezado en temas económicos la poesía me remite siempre a
aquellos versos de Francisco Quevedo y Villegas, “El Poderoso Caballero es Don Dinero”, insuperable concepto poético
para describir el funcionamiento social del capitalismo, un antecedente
brillante quizás de El Capital de
Marx. Incluso, Quevedo, tiene un escrito precisamente que se llama Consejos para guardar la mosca, capaz
que forma parte de “La vida del Buscón
llamado don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños”,
donde no hace apología de los seres o las moscas azules de Próculo Escalante que estamos hablando
nosotros sino de la otra mosca que bien zumba también para muchos al tintinear,
el gran poeta español del Siglo de Oro se refiere en forma llana y sonante al
vil metal y de cómo hacerse poderoso caballero para reinar en este mundo de
piratas y mercaderes –remató Rodolfo BV sabio como siempre.
Me costó retomar la línea poética de los
haikus después de tan estruendoso comentario poético sobre el filoso Quevedo y Villegas, autor de “La culta latiniparla” o “Don
Francisco de Quebebo” como lo denigraba su célebre enemigo poeta Luis de
Góngora y Argote, para sumar al poeta Bashô otro grande de la poesía japonesa y
muy afín a nuestro cometido de cantar loas a las moscas.
—Issa Kobayashi fue otro de los grandes poetas clásicos del haikú o
haikai, compuso alrededor de 1000 haikus sobre animales, entre los que pueden encontrarse 54 sobre
caracoles, 200 sobre sapos y ranas, 230 sobre luciérnagas, 150 sobre mosquitos,
100 sobre moscas, 90 sobre cigarras, 100 sobre pulgas, amén de un importante
número sobre pájaros, plantas y niños. El
mundo va muy bien./ Otra mosca / come el arroz. / Matando una mosca … / herí / una flor. / Pedí prestada mi cabaña / a
las moscas y mosquitos, / y dormí. –declamé leyendo de mis anotaciones y
espanté algunas que otras moscas que seguían sobrevolando nuestro encuentro que
no tuvo mejor tema que las propias moscas.
Se abrió a continuación
una suerte de tregua y las corrientes poéticas y literarias tocaron un recodo
al parecer, pero el amigo Rodolfo Bv rumbeó hacia el añorado terruño.
—En Paraguay, sin embargo, nunca fueron bien tratados los “ñati’û”
y “mbarigüi”(mosquitos), los “mberu reí”(moscas comunes), los “mberu
hovy”(moscas azules) ni los “mbutu”( tábanos), porque sumaban molestia al calor
infernal generalizado, salvo para el camarada Próculo Escalante que celebraba
sus compañías a la hora de la lectura en las letrinas. Igual que Marcel Proust
que asociaba su presencia al verano y traía música para establecer la esperada
estación: “…y que al resonar en esa atmósfera sonora, propia de las
temperaturas calurosas, parecía que lanzaban a lo lejos estrellitas escarlata;
y también por las moscas, que estaban ejecutando en mi presencia, y en su
reducido concierto, una música, que era como la música de cámara del estío, y
que no evoca el verano a la manera de una melodía humana que oímos una vez
durante esa estación.” Pero en
Paraguay las moscas siempre fueron despreciadas, espantadas con
violencia e insultos variopintos, siempre se las asociaban con los peores
augurios y hasta con la muerte más temida. Aunque de jóvenes usábamos la
expresión de “los mberu” o “los perros” para nombrar a los amigos y compinches
de parrandas. Para denigrar al único bar del pueblo le llamábamos “bar mberu”,
por no contar con parroquianos nunca y
por tener sólo a las moscas como clientes. Pero todo nos remite al amigo Próculo,
él que alardeaba de tener un nombre
memorable de un frustrado emperador romano que perdió contra Probo, otro César
de gratos recuerdos para los habitantes del antiguo Lacio, y de un venerable
obispo cristiano de Constantinopla o Estambul que muy bien no recuerdo. Con
respecto a su apellido Escalante, explicaba que provenía de la Cantabria
prehistórica y de la Cueva de Altamira, que el historiador romano Catón el
Viejo ya hablaba de sus ancestros cántabros en su obra “Orígenes”, que su
primer pariente Juan de Escalante llegó a América como capitán en la expedición
de Hernán Cortés y terminó en la conquista de Tenochtitlán, que descendía
también por vía materna del rebelde cacique Oberá que se enfrentó a los
conquistadores españoles, que era de estirpe caballeresca los Escalante y de la
Orden de Santiago, además de ser familiar directo del popular músico Martín
Escalante, integrante del famoso dúo paraguayo Quintana-Escalante – agregó el
amigo a su ya abundante referencia al citado personaje.
—Alguien dijo que en Paraguay no fue posible desarrollar la filosofía como fue
desarrollada en Atenas por el intenso calor que no deja pensar, que produce un
“kaiguetismo”(modorra quemante) que paraliza el cerebro y conduce al ocio
estéril de vivir apantallándose y tomando tereré ad infinitum –disparé un
disparate como decía un amigo que gustaba jugar con las palabras.
—Realmente un disparate, contrasta con otros disparates
chauvinistas y nacionalistoides que intentan mostrar al guaraní o paraguayo
como una raza superior, eso podemos apreciar claramente en los escritos de
Natalicio González(El Paraguay eterno), de Manuel Domínguez(El alma
de la raza) y de Emiliano O'Leary(Apostolado patriótico, Recuerdos
de gloria y El libro de los héroes), entre otras celebradas obras
del acervo nativo, más allá de que sean excelentes libros desde el punto de
vista literario, poético y hasta filosófico si se quiere, pero desenfocados en
gran medida desde el conocimiento historiográfico positivo o científico. Sin
embargo, la experiencia del pueblo guaraní-paraguayo es sui géneris en lo
político y filosófico. Los guaraníes en lo social y político ya practicaban en
su etapa superior lo que denominaron Morgan o Engels “el comunismo primitivo”.
Luego algunos conquistadores, provenientes principalmente de las comunidades de
Castilla y Valencia, y los comuneros paraguayos cuestionaron el origen divino
del Rey y sostuvieron como única fuente de poder legítimo el fuero popular. Y
cuando Carlas Marx todavía estaba en pañales y en la cuna, Rodríguez de Francia
ya había implantado la primera Dictadura del Campesinado, contradiciendo de
antemano su posterior teoría de la Dictadura del Proletariado, como
contradecirían e implantarían luego Lénin en Rusia y Mao en China, así que la
filosofía nunca fue ajena al Paraguay, aunque se conozcan pocos cultores hoy en
día y menos difundidos aun algunos que intentaron emular a los maestros de las
ágoras atenienses. Tenemos por ahí, por citar algunos ejemplos, a mi
correligionario febrerista José María Rivarola Matto, escritor, dramaturgo y
periodista, con sus ensayos “Hipótesis
física del tiempo”, “Reflexión sobre la violencia” y “La no existencia física del tiempo”, donde especula con gran sagacidad los
alcances filosóficos de temas tratados, asimismo a Oscar Creydt, intelectual e
histórico dirigente del comunismo paraguayo, con su obra “Del Universo
Inconsciente a la Formación del Trabajador Consciente Racional”, donde ensaya con gran originalidad el
materialismo histórico que extrajo del marxismo científico durante su larga
militancia en la vanguardia revolucionaria y formación incansable como un
auténtico cuadro marxista -leninista –brilló Rodolfo Bv una vez más con
su compendio de historias y conocimientos.
—Como filósofo actual en Paraguay tenemos a tu amigo Juan Andrés
Cardozo, talentoso poeta, gran escritor y filósofo, además de periodista y
profesor universitario. Una
reseña habla de que dentro de la variedad de sus temas de teorías múltiples, se
destacan los de filosofía, a saber: “La
razón como alternativa histórica” y “El
estado autoritario”. Dice una de sus premisas más difundidas que "...Está llegando la hora en que no podemos
seguir siendo el punto epigonal de las ciencias y la tecnología. Está llegando
el tiempo en que se hace necesario pensar con serenidad y sistematicidad; por
nuestra cuenta y para nosotros mismos". Si bien no sabemos que tenga
algo que ver su filosofía con la escatología que plantea nuestro personaje
Próculo Escalante, sin duda su origen lo vincula en forma directa, ya que vio
la luz y proviene su ser del mítico y fluyente río Tebicuary. Y yo tengo
otro amigo filósofo, surgido de entre “los perros” o amigos de mi niñez y
adolescencia, compueblano vecino y compañero por haber estudiado en el mismo
Colegio Nacional “Defensores del Chaco” de San Juan Nepomuceno, llamado José
Manuel Silvero Arévalos, oriundo del barrio San Vicente peor más conocido como
Villa Cohete, convertido luego en profesor universitario, investigador y
escudriñador de pensamientos filosóficos entre los grandes intelectuales
paraguayos, Cecilio Báez, Natalicio González, Rafael Barrett, Teodosio
González, Manuel Domínguez, Fulgencio R. Moreno, Eligio Ayala, Anselmo Jover
Peralta, el doctor Rodríguez de Francia, entre otros, y promotor impenitente en
nuestro país de los pensamientos más avanzados en la ciencia y la filosofía, un
abanderado de la Bioética.
—Realmente, un admirado amigo es Juan Andrés Cardozo, me alegra que
lo tengas presente, hizo un gran aporte con la docencia y divulgación de los
pensamientos filosóficos y sistemas filosóficos de los autores clásicos y
actuales, además de haber cumplido excelentes misiones diplomáticas para el
gobierno paraguayo. En cuanto a tu amigo filósofo, me parece cuanto menos
pintoresco por haber salido de entre “los perros”, como bien dijiste, entendido
eso como la corriente cínica legada por el gran Diógenes de Sínope, que su aula
de enseñanza consistía en la plena calle
donde impartía su clase a sus cánidos alumnos y ocasionales transeúntes –alentó
Rodolfo BV y me permitió completar el
gran trabajo que ha desplegado hasta ahora el filósofo de Villa Cohete.
—En su libro “Historia del
pensamiento paraguayo”, en coautoría con Luis Galeano y Domingo Rivarola,
tomó a tres pensadores y llegó a la conclusión de: “Para esa ocasión me tomé el tiempo debido y estudié en serio a estos
pensadores y me di cuenta de que en los tres autores podía analizar el cuerpo
desde varias ópticas. La cabeza es muy importante para Cecilio Báez
(positivismo liberal), el pie para Natalicio González (nacionalismo telúrico) y
para Rafael Barrett es primordial el estómago (vitalismo). El filósofo
Silvero escribió un arriesgado ensayo con fines higiénicos y ambientales, “Suciedad, Cuerpo y Civilización”, continuando
con la labor de Teodosio Gonzáles que ya denunciaba en 1930 la falta de
infraestructuras y cloacas en “Infortunios
del Paraguay”, al parecer sin pretensión filosófica pero el libro está
lleno de metáforas y simbolismos que remiten y responden a sistemas de la
filosofía, antropología y sociología. Al respecto nuestro filósofo escribió: “Lo sucio nos muestra limpiamente
que cargamos a cuestas una historia que nos ha condicionado en demasía con
respecto a los no admitidos. Nos resistimos a creer que la verdad, la belleza y
el bien puedan vivir fuera de las fortalezas de la tradición y de la norma. Más
allá de lo que consideramos válido, útil y adecuado, nada hay para nosotros.
Sin embargo, en los suburbios, en los límites de nuestro lenguaje y de nuestro
mundo, todo el constructo que sustenta nuestras certezas y que defendemos de
manera apasionada se subvierte ante la variedad de realidades cotidianas
alternativas. Rodolfo Kusch sostiene que la vigilancia desmesurada de nuestro
atuendo académico nos hace sentir pulcros, pero que de lo que no nos damos
cuenta es de que cuando dejamos esa aura nos encontramos con la vida, y
encontrarse con la vida es encontrarse con el hedor, con todo eso que nosotros
rechazamos” –leí a la apurada para que el amigo pueda hacerse idea de que se
trataba la obra del filósofo.
—Muy
interesante el tema, de alguna manera viene al caso de nuestro personaje
Próculo Escalante que hacía gala de ser lector imperturbable de las letrinas y
de gozar con el concierto zumbado y zumbante de las moscas azules, que otros
con seguridad hubieran detestado dicha costumbre por reñir con pautas de la
higiene y los buenos modales. Yo también soy un hombre de origen campesino, de
mita’i en Encarnación experimenté todas las vivencias a que nos obligan la
falta de infraestructura urbana y desarrollo de comodidades. El uso de los
yuyales, escusados y letrinas improvisados era habitual para cuando llamaba las
necesidades fisiológicas y el apuro de los esfínteres – comentó en forma
elegante Rodolfo BV en busca de alguna referencia sobre el tema por parte del
filósofo Silvero.
—Justamente,
Suciedad, Cuerpo y Civilización,
ilustra su tapa con un pie aporreado por la pobreza material y orfandad social,
un pie de “pynandí”(mítico pie descalzo de campesino combativo)
convertido por la injusticia en “pychâichî”(personaje popular de pie
infectado por los piques y lastimado por
andar sin tregua), pero el libro en general trata de qué se hace con los
desechos domésticos e industriales en el Paraguay, cómo se procesa los residuos
cloacales y la misma mierda dice el filósofo Silvero, a sabiendas de que
nuestro país carece de infraestructura para
eliminar o reciclar sus desechos. Así como nuestro amigo Próculo
Escalante aprendió a disfrutar de las moscas azules, atraídas por las
deyecciones hogareñas, y convertir el servicio de excreciones en un apacible
lugar de lectura, pero el filósofo de Villa Cohete, llamado así su lugar de
nacimiento por haber lanzado allí su grito filosófico de alerta como un gran
pedo contra la polución del país y el calentamiento planetario, sostiene que el Paraguay y demás países pobres están
hechos por hoy una letrina generalizada donde caga la industria globalizada
infestando todo, que hasta las moscas desaparecieron por tan contaminantes
deposiciones y excrementos químicos –expresé airado imitando a mi interlocutor
tan locuaz a la hora de exponer su
abundante información.
A esta altura de nuestro encuentro, Rodolfo
BV había sugerido ya que el desayuno perdió efecto y podríamos, dijo, teniendo
en cuenta el tema inagotable del día, apuntar a un almuerzo liviano para luego
cumplir el rito de la siesta cada uno en su casa, pero sin dejar de añadir su
preocupación sobre lo expuesto.
—La
pobreza en Paraguay, después de la tragedia de la Guerra Guasu, fue constante y
sostenida en el tiempo, el libro de Silvero expone sin ambages la miseria
enseñoreada por nuestro pueblo, no sólo
en base a lo material sino lo espiritual y psicológico también, los
efectos devastadores que sufrió el Paraguay en su tejido social y le incapacitó
casi, hablando de cuerpo y civilización, para incorporarse y reincorporarse
sobre su tragedia histórica, condenándole a sobrevivir como nación a expensas
de donaciones(pordioseadas) de cuasi países
de facto como Taiwán e Israel, como también los otros vecinos como
Argentina y Brasil que siguen usando a nuestro país como un patio trasero para
lavar todo lo sucio(triangular), manipularlo como un convidado de piedra en
tratados leoninos(Itaipú y Yacyretâ) o volverlo un vil objeto para todos los
servicios inconfesables –apuntaló el amigo y se tornó la charla espesa y
ceremoniosa.
—Nuestros
poetas populares como Teodoro S. Mongelós en sus versos de “¡Ha, mboriahu!”(¡Oh, pobre!)), Emiliano
R. Fernández en “Mboriahu memby”(Hijo
de pobres), Víctor Montórfano en“Tetâgua
Sapukái”(Grito del pueblo) y Juan Maidana en “Mitâ guerahaha”(Ladrón de niños), denuncian la pobreza de
nuestro pueblo, poética, filosófica y hasta teológicamente, interpelan a Dios
por permitir al mundo y a los hombres que existan tantos pobres en tan crueles
condiciones sociales e inhumanas existencias. Mongelós dice en uno de sus
versos: “¡Ha, mboriahu…! Ñandejara
tukumbo rupa(¡Oh, pobre, sobre ti apoya su látigo Dios)”. Emiliano, por su parte, para denunciar la injusticia, dice “Itujupaite ko mundo, ojero’aitema(Es
un podredumbre el mundo y va ya en declive).
Montórfano clama contra la injusticia: Pyhare,
ku ijapyra’ỹva / aretéma niko oiko / ñane retâmíme oñua / ha pytû guýpe
oguereko(Noche, una noche sin fin /
ha mucho tiempo que cubre / con su manto nuestro país / y en la oscuridad le
tiene). Y Juan Maidana
enlasta por Dios que creó la desigualdad al hacer peones y patrones: “Amo ipahapete / ndaje aipo Ñandejára /
mboriahu mba’apohára / ojapo voí raka’e…(Pero al final de cuenta / había
sido Dios mismo / hizo al peón sin renta / desde lunes a domingo) –añadí un
tanto irónico mi cuota literaria a la apreciación oportuna de Rodolfo BV.
A todo esto, había transcurrido la mañana
y el mozo del bar comenzaba ya a servir el frugal almuerzo, consistente en una
tortilla de papa que compartimos y el célebre bife de chorizo en mariposa. Pero
previamente el jefe de mozos había rociado con repelente el bar, para espantar
las aguerridas moscas que no dejaban de zumbar por el salón, hecho que hubiera
abominado seguro el gran Mahatma Gandhi con su desmesurado amor por los seres
vivientes.
—Increíble
a donde nos llevó la anécdota de mi camarada Próculo Escalante, todavía ni
mencionamos la cantidad de dichos, refranes y adagios relacionados con las
acaparadoras moscas. Podríamos incluso hacer un certamen, al estilo de Homero y
Hesíodo, o una suerte de contrapunto como los payadores citando aquellas frases
con analogía a las moscas –propuso algo bromista para mi sorpresa Rodolfo BV.
—Se
llama bigote mosca el usado por Hitler y Chaplin –dije yo para empezar.
—Un
águila no caza mosca – contestó desafiante el amigo.
—No
se usa nunca el cañón para matar mosca – devolví la pelota.
— Cuando el diablo no tiene qué hacer espanta moscas
con la cola, cuando no la mete en lo que no le concierne – barajó
hábilmente mi émulo.
— En boca cerrada no entran moscas – contesté para salvar mi
turno.
— Está papando moscas, decimos nosotros, “muscas deglutires” según
los latinos, cuando alguien está
embelesado, abstraído y boquiabierto ajeno a la realidad –agregó explicando Rodolfo
BV.
— Anda con la mosca detrás de la oreja –decimos también cuando
alguien anda muy perseguido, receloso y prevenido.
— La ley es una telaraña que detiene a las moscas y
deja escapar a los pájaros –apuntó el amigo sacudiendo su rica memoria.
— Más moscas se caza con una gota de miel que con un
barril de vinagre –pude
corresponder apenas.
— Teme a quien te teme, aunque él sea una mosca y tú
un elefante - un dicho
árabe, aclaró el amigo.
— Los vicios son para los hombres como la taza de miel
o plato de azúcar para las moscas –reinventé un dicho, para no perder el tiempo de
mi vez.
—La maldición no mata ni una mosca pero hace tropezar
a los supersticiosos – sentenció
Rodolfo BV y me hizo un gesto de que el juego había terminado.
—Por mi parte, no hay mas
dichos ni refranes tampoco, sólo una curiosidad. El genial y admirado escritor
mexicano, Juan Nepomuceno Carlos
Pérez Rulfo Vizcaíno(“Juan Rulfo”) había nacido en Sayula, en lengua nahuátl significa “lugar o tierra
de las moscas”, dentro del estado de Jalisco, uno de los tantos pueblos que
viven y perviven, como se dice, lejos de
Dios y muy cerca de los Estados Unidos en perpetua desgracia, autor él de “Pedro
Páramo” y “Llano en llamas”, obras literarias maravillosas donde la
pobreza toca fondo y la belleza trágica se remonta por los cielos –intenté
redondear con una dudosa metáfora literaria.
Nuestro encuentro, más prolongado de lo
habitual, cuando ya iba tomando el rumbo final, Rodolfo BV me solicitó un
ejemplar o copia pirata del libro de mi amigo filósofo José Manuel Silvero
Arévalos, entonces le expliqué algo más de nuestra relación de amistad y
cooperación intelectual.
—El
amigo Silvero había utilizado, para ilustrar y referenciar poéticamente su obra
“Suciedad, Cuerpo y Civilización”, mi trabajo “Poemas descartables y otros baladíes”, publicado en forma de rollos
de papel higiénico, allá por la década de 1990, en un ataque de inspiración
contra la instauración brutal del neoliberalismo y globalización en nuestros
países, una metafórica y escatológica respuestas contra aquel paradigma que
dice de que “todo es negocio, lo que no da ganancia no sirve”, que la inversión
en educación, salud y desarrollo social es puro gasto y recesivo costo que
afecta a la larga la macroeconomía de un país.
Rodolfo BV se puso otra vez entusiasta y
celebró que hayamos trabajado juntos, un poeta y un filósofo unidos pocas veces
visto en el Paraguay pensando a favor de su glorioso y sufrido pueblo, dijo
algo así. Me invitó sin querer con su dicho, para cerrar de alguna manera el
encuentro protocolar convertido en un simposio sobre las moscas y un largo
homenaje a Próculo Escalante, traer una sarcástica conversación que tuvimos con
José Manuel Silvero, a raíz de una solicitud de algunos relatos escatológicos
que me hizo, que giró precisamente sobre el significado y etimología de la
palabra “escatología”, como también su objeto de estudio como disciplina y su
vocación de pretendida ciencia.
—José
Manuel, el término “escatología” parece referirse a dos cosas completamente
diferentes: por un lado, la escatología estudia el conjunto de creencias
referidas y referentes al fin de los tiempos del mundo y la humanidad, por su
raíz etimológica en griego de “eskhatos” que
significa “último”
y, por el otro, se dedica también al estudio del excremento y mierda humana,
por provenir a su vez del griego “skatós”
que significa llanamente “excremento”, la excreción humana que Próculo
Escalante depositaba al tiempo de gozar con la lectura y las moscas azules,
vocablos que al trasponerse o transcribirse sólo al español se usan en forma
errónea e indefinida; aunque lo correcto sería “escatología”, para el primer
caso, y “esjatología”, para el segundo, teniendo en cuenta la pronunciación
original en griego que hace bien el distingo de un vocablo del otro. A lo mejor
como filósofo mi amigo, podrías echar un poco de luz sobre la suerte de
entelequia y una especie oximorón que resulta entender que el evangelista San
Juan, autor del Apocalipsis, resulte al mismo tiempo un pornográfico excremental y un profeta elegido por Dios
para anunciar de cómo será el fin de los
tiempos y de la humanidad toda –planteé al filósofo amigo que suele tener
respuesta para todo en la punta de la lengua.
—Bien lo dijiste al principio, la homonimia, la contradicción y la dualidad de objetivos de la escatología es sólo aparente, pero estudia la misma cosa nombrándola de manera diferente a una y otra. Por un lado, estudia la excreta o mierda que deyectamos a diario toda la humanidad en los yuyales, letrinas o inodoros; por el otro, aunque nos hubiera gustado humanamente un desenlace más épico, decoroso o cristiano, estudia el postrer destino y la forma, basado tanto en los sagrados evangelios de la Biblia como en los sendos tratados científicos que anticipan el inexorable ciclo de vida del planeta, de cómo por último tendrá el mundo su deyección o anunciada cagadera, sin remedios que puedan evitar ni moscas azules que puedan zumbar siquiera y menos celebrar su nada heroico acto final al obrar–me respondió, tajante e impávido, el filósofo de Villa Cohete.
Mayo, 2014.
*Relato extraído de Espiridión y el arte de la manipulacion, Ed. el Fausto,
de GRS.