jueves, 25 de enero de 2024

Poemas de hoy en día y otros versos olvidados.




"La poesía hace al universo / como al pájaro, el vuelo", se puede leer en el libro de Gilberto Ramírez Santacruz presentado en el Ateneo Paraguayo: Poemas de hoy en día y otros versos olvidados.
"Yo no escribo nunca un libro, solo escribo poemas tras poemas..."
- ¿Qué temáticas o estéticas abordás en tu nueva publicación?
El libro colecta poemas escritos en los primeros y últimos años de mi producción, como bien reza en su título, “poemas de hoy en día y otros versos olvidados”, que estéticamente recorre la poesía por vías clásicas, en sonetos y octosílabos, como también por versos libres tanto en guaraní como en castellano.
- ¿Cómo se dio el proceso creativo para este trabajo?
El proceso creativo en mi caso es sencillo, yo no escribo nunca un libro, solo escribo poemas tras poemas en cada tiempo y espacio, luego el libro resulta un artefacto que cosecha la siembra y se convierte en vehículo para pasear por la vida y el mundo que de vez en cuando le echan una mirada.
- ¿Es la poesía el lugar donde más te sentís cómodo escribiendo arte? ¿Por qué?
El verso e incluso la prosa si no tiende a la poesía va a ciegas y marcha sin destino, decía Poe en sus bosquejos de preceptiva literaria. En mi caso, la poesía no me resulta el lugar más cómodo a la hora de crear o escribir, sino el momento más intenso en que se hieren las entrañas y permite al alma parir su haz de luces sobre el oscuro misterio de la existencia humana.
- Estamos en una época donde la reflexión y el sentir tienen poco espacio. ¿Cómo la poesía se hace lugar en este tiempo?
En uno de mis poemas del libro, Terca musa, intento explicar de cómo la poesía estalla en cualquier lugar y momento, en condiciones insólitas y casi imposibles, pero su terquedad por nacer y seguir palpitando al compás del eje magnético del planeta y universo es tal que no contradice al apocalipsis poético de Bécquer, “puede no haber poetas pero siempre habrá poesía”.
- ¿Qué trabajos o proyectos tenés en carpeta que podrías comentarnos?
Sí yo tengo la suerte o la desgracia de que no tengo ninguna presión de nadie para publicar, además de que no soy un escritor o poeta profesional sino solo escribo esporádicamente, con los años puedo ir juntando y cajoneando los trabajos hasta que logro conformar un libro posible y me pide ver la luz. Es así que siempre tengo algunas obras en construcción como se dicen los albañiles, un manojo de poemas, una colección de cuentos y algunos capítulos inconclusos de algunas novelas que nadie puede confirmar que llegarán a su fin.
- ¿Vivís fuera del país, desde ahí cómo estás viendo a la producción literaria nacional?
Mi cuerpo duerme fuera del país hace 50 años pero mi alma sueña dentro 64, por lo tanto miro y siento nuestra literatura de muy cerca, y resulta muy estimulante y alentador la camada de nuevas generaciones de poetas, escritores y ensayistas que están produciendo obras de alta calidad literaria que empiezan a andar por todo el país y el mundo que era "ancho y ajeno" a la “incognita del Paraguay”, como decían algunos estudiosos extranjeros sobre nuestras letras.



martes, 22 de noviembre de 2022

Madres hay pocas...como Hebe...!

 MADRES HAY POCAS*


"Y el día en que los plumíferos y los sicarios de la junta militar argentina echaron a rodar la calificación de “Locas” para neutralizar y poner en ridículo a las Madres de Plaza de Mayo, más les hubiera valido pensar en lo que precede, suponiendo que hubieran sido capaces, cosa harto improbable. Estúpidos como corresponde a su fauna y a sus tendencias, no se dieron cuenta de que echaban a volar una inmensa bandada de palomas que habría de cubrir los cielos del mundo con su mensaje que cada día es más escuchado y más comprendido por las mujeres y los hombres libres de todos los pueblos. (…)"  Julio Cortázar 

"No hay otra expresión:  Invencibles Maestras. Las Madres nos enseñaron democracia: mujeres del pueblo, surgidas casi todas de barrios de trabajadores. Nos enseñaron democracia demostrando que sólo hay democracia cuando el pueblo ha ganado la calle y habla (… )Desde el piquete que corta los caminos de la infamia hasta el piquete de la moral y la conducta que existirá eternamente en los que creen que la única democracia existe cuando todos pueden vivir en dignidad." Osvaldo Bayer 

"Las extraordinarias Madres de Plaza de Mayo, con arrasadora autenticidad, han mostrado ser hijas de sus hijos e hijas, haber sido rehechas por ellos y ellas, con valor supremo han tenido y tienen fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en sus vástagos, desaparecidos espantosamente, y reaparecidos en sus corazones ejemplares. Sólo quiero dejar aquí estas palabras, tan sencillas como verdaderas, para ratificar mi gratitud por el ejemplo imperecedero de quienes son la conciencia de su patria y el orgullo de tantos y tantas en el planeta. Roberto Fernández Retamar, La Habana

 …las Madres de Plaza de Mayo… aparecieron un día, en pleno genocidio de la dictadura militar y se pusieron a dar vueltas por el centro de la plaza, como si no dejaran huellas en el suelo. Soportaron insultos, agresiones, golpes, toda la gama de humillaciones que son capaces de ejercer los dueños de la muerte.Y siguieron caminando hasta que las palomas de Plaza de Mayo comenzaron a caminar en la ronda mientras las Madres volaban.Todo parecía seguir igual, pero ellas habían llegado a generar el hecho político más formidable de los últimos 40 años, una verdadera clase de democracia y  de ética." Hamlet Lima Quintana

 "No conocía en persona a las Madres …Yo vivía mi exilio en Holanda, entre canales helados donde bregan los patos y esa soledad difícil de contar que quema el alma hasta volverla un piélago negro.Fui escuchando sus voces, que escurrían las distancias como agua entre los dedos. Me puse a marchar con ellas, desde el deseo de ser parte de esas sombras convertidas en luz durante las ceremonias del coraje, todos los jueves.

Poco a poco, allí, en el norte de Europa, tan lejos, el extravío del dolor tuvo calma, la derrota conoció la esperanza y nuestras vidas a la deriva en los océanos infaustos del destino encontraron su anclaje y su sentido. Otra vez el mañana era un puerto.  Fue desde la piel de las Madres que mi angustia pudo denunciar a una sociedad que se dejó llevar a sus hijos vivos y no enterró a sus muertos."   Vicente Zito Lema

 "Ellas alargaron el itinerario del honor

 y sembraron pañuelos blancos sobre los años negros

 y giraron por la plaza todos los jueves sin parar 

y prefirieron pasar por locas pero no por cobardes 

y eligieron luchar sin cansarse para vencer día tras día...

 Ellas son las madres de la plaza de mayo y de toda la humanidad"

 Gilberto Ramírez Santacruz, poeta paraguayo contemporáneo.


*Tomado de un mensaje enviado por María García con motivo de un aniversario de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, 2007.

jueves, 20 de octubre de 2022

Las moscas azules...!

 

Las moscas azules

y el imperturbable lector de las letrinas*

 

Moscas vulgares, / que de puro familiares,
no tendréis digno cantor: /yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado, / sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor, / sobre los párpados yertos
de los muertos. (
Antonio Machado)

 

  La cita en un café de Buenos Aires forma parte de un ritual más religioso que de un hábito sentimental o costumbre urbana, que sus habitantes nativos lo cultivan con asiduidad y los recién llegados practican del mismo modo por pura asimilación o mimetización. Viene a cuento la introducción porque una vez más estando con un entrañable amigo en el mismo vórtice de la ciudad, donde parecían sentirse los latidos sincronizados del corazón de Buenos Aires, a una escasa distancia del lugar donde viviera la pionera paraguaya Ana Díaz, considerada la primera madre porteña por haber dado a luz el primer porteño de la historia y por haber sido compañera insoslayable del mentado Juan de Garay, declarado como el verdadero fundador y no refundador como lo nombran los historiadores que ningunean a la Asunción, la “madre de ciudades”, “amparo y reparo de la conquista”, prodigiosa en fundaciones y civilizaciones, sin tener en cuenta que de la primera fundación de Pedro de Mendoza no había quedado ningún vestigio de la Santa María del Buen Aire, y estábamos en un lugar establecido y convertido en leyendas, quizás elegido por aproximación al sitio histórico real y celebrado por ser cuna de los mitos bonaerenses, por hoy conocida como la transitada esquina de Florida y Lavalle, justo allí nos encontrábamos una de estas mañanas con el amigo Rodolfo BV, sentados en un típico bar de  bohemios, oficinistas, turistas y burócratas. Y casi mecánicamente también, intercambiamos los libros, copias de obras inhallables e incunables, mapas antiguas del Virreinato del Río de la Plata, de cuando el Paraguay poseía todo el Atlántico Sur dentro de su dominio y las Cataratas del Yguasu o “Ytysaingó, aguas colgantes para los nativos, caían cantando rugientes de las entrañas más profundas de su ser como una antigua nación de naciones que conformaban los Tupinambá y Guaraní, que abarcaban desde Sudamérica hasta los confines del Caribe y las Antillas lejanas, diseminadas por  la inmensidad del “para guasu”( mar-océano o aguas grandes).

   Como era ya nuestra costumbre, ocupamos una mesa en el ventanal y alejado de la puerta de entrada para evitar el trajín de los parroquianos, la charla como siempre con Rodolfo BV gira alrededor del añorado Paraguay y sus ingratas vicisitudes políticas, sin falta también en torno de nuestra histórica y gran colectividad paraguaya que palpita sobre dos carriles al mismo tiempo, los vaivenes de su país en donde no puede vivir y los de la Argentina en donde permanece en destierro soñando volver alguna vez al terruño; nos interrogamos sobre los nuevos datos históricos descubiertos u obras antiguas mentadas pero no leídas por nadie que se han digitalizados en el último tiempo, asimismo oponemos nuestra lectura como un sano ejercicio de la competencia intelectual y enlazamos así con los demás bueyes perdidos y encontrados, que desembocarán luego en anécdotas espumosas de humor y risa en el final del encuentro.

   Pero este encuentro con Rodolfo BV fue más memorable que otros, por un tema surgido en forma inesperada y episodio de poca importancia que soslayó el rico café que desayunamos, un episodio de los más vulgares que produjo grandes estallidos cerebrales en nuestra memoria y cultura, ya que al sentarnos nomas esa mañana en la mesa elegida, notamos que éramos acompañados, espiados y sobrevolados por unas descomunales moscas que zumbaban, que curiosas y nerviosas se lanzaban como kamikazes sobre nuestra mesa, tal vez atraídas por el azúcar de las facturas, sostuve yo sin darle mayor importancia y tratando de espantarlas con la servilleta. Mi amigo, en cambio, en son de broma parecía, aseveró que les atraían a las moscas los libros incunables que me trajo en fotocopias y que nunca habían podido posarlos. Su curiosa interpretación me llevó a la infancia y me hizo recordar las palabras de mi abuela Lucía, que nos mandaba cerrar los libros escolares para que las moscas no leyeran y dejasen sus puntos de vista sobre el texto en miles de manchas amarillentas. La abuela también nos daba su pantalla de palma o karanda’y, que usaba para aventarse en las siestas de calor infernal, para espantar las moscas a la hora del almuerzo y decía que era toda una ciencia el arte de papar moscas, que debíamos prestar más atención a sus indicaciones y enseñanzas, que el manejo de la pantalla era el arma eficaz para el calor y las moscas que forman parte del Paraguay como el aire del universo. Y mi abuela Lucía era una maestra en el manejo de la pantalla de karanda’y, parecía formar parte de su cuerpo la pantalla cuando dormía la siesta, ella roncaba al dormir pero su pantalla automatizada en la mano no  dejaba de ventilarla y como con un miembro mecánico añadido a su cuerpo se auto apantallaba sin necesidad de estar despierta ni pedir ayuda a nadie.

    Estaba en ese desvarío de reminiscencias infantiles, cuando de pronto Rodolfo BV, haciendo caso omiso a las moscas que aterrizaban y despegaban de la mesa con arriesgados planes de vuelo, después de enumerar los últimos libros leídos y releídos, trajo a mención a un amigo con afición a las moscas, un perdido lector quijotesco y a quien lo recordó como a un admirado compañero, ex camarada en la Revolución Febrerista y destacado funcionario del gobierno de Rafael Franco, dijo además que era un lector compulsivo y que su mejor momento y lugar para la lectura, según parece, eran en los instantes supremos en que sufragaba y obraba en la letrina, el goce era total sobre todo si era acompañada la prosa con la incomparable música surgida de los zumbidos de las coloridas moscas azules, que nunca faltaban a la cita y gustaban merodear celebrantes la fetidez del escusado por sobre todas las cosas inmundas.

    Me quedé muy sorprendido por el comentario insólito y escatológico, tal vez por considerar aquella buena costumbre del amigo como doblemente higiénica no sólo para el cuerpo sino también para el alma, o será porque yo mismo acostumbraba no desaprovechar aquellos momentos de trámites tan personales como íntimos, si bien no tenía libros a mano sino viejos diarios destinados a la higiene, para desasnarme cada tanto con la lectura y relajar al mismo tiempo las tensiones más impostergables sobre el trono depositario. El caso del lector Próculo Escalante, tal el nombre del personaje referido por Rodolfo BV, era un sujeto de origen campesino, luego de alistarse como combatiente en la Guerra del Chaco y condecorado por su bravura se quedó viviendo en Asunción, posterior al golpe de 1936 participó del gobierno febrerista pero no pudo familiarizarse del todo con la vida urbana y nunca pudo utilizar el baño moderno de su casa, para la comodidad adosado puerta de por medio al cuarto matrimonial, para subsanar dicho inconveniente mandó construir en el fondo de su patio una letrina de la más precaria y al estilo campestre para el estricto uso privado, cuya hediondez atraía y mantenía un enjambre permanente de moscas azules, que zumbaban en afiebrado concierto y revoloteaban a su alrededor mientras él se zambullía quien sabe en qué mundo que le ofrecían las páginas de los libros.

  Luego me hizo recordar también la rara costumbre de Escalante lo ocurrido con Prudencio Troche, el encargado de Impuestos Internos de mi pueblo de Tatakua, un señor bastante culto e informado para el común de las gentes, que viajó a Asunción allá por los años 1965 y 1966 para la boda de su hija, casada con un coronel bien acomodado con el dictador Rubioroch,  marcante de Stroessner, a su regreso comentó a todo el pueblo, ansioso de anoticiarse de lo que pasaba en la capital y del fastuoso casorio en cuestión, dijo que todo fue maravilloso alrededor del casamiento, inclusive el nuevo matrimonio se instaló en uno de los primeros edificios altos de departamentos construidos entonces, pero que lo único que le había molestado y no le había gustado nada de la casa fue que, aunque era todo un lujo en sus detalles y comodidades, “la letrina estaba dentro de la propia casa”, que se suponía, según sus experiencias rurales y campesinas,  debía estar lejos del hogar donde se comía por su insalvable hediondez e inevitable atracción de las  moscas y moscardones de todos los colores y matices.

  Para seguir de alguna manera la chanza, comenté a mi turno que las moscas en realidad eran animales tan mitológicos como los dinosaurios pocas veces valoradas y a menudo olvidadas,  que tienen a su haber incontables exegetas, apologistas, panegíricos  como detractores y perseguidores, y aunque  abundan las alusiones poéticas, narrativas y teatrales sobre ellas en la historia de la literatura, se las tratan a menudo sin respeto y son reputadas habitualmente como impertinentes y molestas. Mi comentario sonó serio y meditado, eso hizo que Rodolfo BV se interesara por el tema y me invitó a proseguir con mi discurso y pidió  que mencionara aquellas obras aludidas en defensa de las plagas voladoras que nos estaban hostigando, aquellos escritos y artículos varios que abordan a las moscas como seres esenciales o bien como de cualquier especie animal, pero también como protagonistas simbólicas de tragedia y luto casi en toda la historia de la humanidad.

    Hasta tienen  un dios las moscas para que vos veas, en la antigüedad fue Júpiter y luego, en la época bíblica, fueron salvadas en el Arca de Noé, a pedido de nuestro Dios, porque eran imprescindibles en la cadena de vida y muerte –le aseveré a mi amigo y aceptó creyendo que estaba escuchando una de mis tantas historias fantásticas o mágicos relatos.

     Pero qué notable, nunca reflexioné hasta ahora sobre las moscas ni presté tanta atención a esos diminutos e inquietantes seres, salvo en las calurosas siestas paraguayas cuando se proponían perturbarme y las espantaba a violentos pantallazos  como verdaderas hijas de Belcebú o “añamemby” en guaraní, que en lenguas antiguas siria “Behelzebub” y hebrea “Bahal-zebub” significan “señor de las moscas”, o como malos pensamientos que solían girar sobre mi cabeza y zumbaban en mis oídos hasta aturdirme, parecían enviados por el algún mal espíritu o el mismo diablo de las siestas –comentó risueño Rodolfo BV como restando importancia  a mi pretenciosa introducción.

   Sin embargo, las moscas fueron salvadas en millones del Diluvio junto a insectos, gusanos, parásitos, gérmenes, microbios, virus y bacterias entre otras especies por Noé, que bien podría haber dejado sucumbir bajo el agua por la salud de la humanidad y por puro sentimiento antropocéntrico, pero sin embargo fueron salvados a pedido expreso de Dios, y a cambio fueron condenados al ahogo la mayoría de los animales gigantes por ocupar mucho lugar en el Arca, saurios y dinosaurios en todas sus especies, ranas y sapos de tamaños de una vaca, simios y primates mastodontes de los cuales habría descendido el mítico Goliat, serpientes y réptiles admirables de extensión kilométrica, pájaros y pajarracos enormes como helicópteros y aviones, según denuncia ingeniosamente Mark Twain en sus Cartas desde la tierra, donde explica fabuloso que cuando el diluvio cedió terreno, los animales fueron esparcidos por el mundo, se distribuyeron por todo el globo: los tigres y pumas, por América y la India; los leones y elefantes por Africa, por aquí otros animales, por allá, las demás especies para reproducirse y repoblar el planeta. Pero vos, Rodolfo BV, te estarás preguntando… ¿y las moscas? El propio Twain en una de sus Cartas dice, que yo felizmente tenía entre mis anotaciones de la agenda y lo recité casi de memoria con otras palabras para la ocasión: “Las moscas no pertenecen a nación alguna; se siente a gusto en cualquier clima, el orbe es su territorio, todo ser que respira es su presa, y para todos ellos es un azote del infierno. Para el hombre es una embajadora divina, un ministro plenipotenciario, un representante especial del Creador. Lo infesta en la cuna; se adhiere en racimos a sus pegajosos párpados; zumba, le pica y le fastidia, le roba el sueño a él y las fuerzas a su madre en las largas vigilias que dedica a proteger al hijo del azote de esta plaga. La mosca atormenta al enfermo en su casa, en el hospital, en su lecho de muerte hasta su último suspiro. Lo atormenta en las comidas; antes busca pacientes que sufren enfermedades mortales y repugnantes; se pasea por sus heridas, se impregna las patas con un millón de gérmenes capaces de infligir la muerte; luego se posa en la mesa del hombre sano y contamina la mantequilla y descarga su intestino de excrementos y gérmenes tifoideos en su pan. La mosca arruina más organismos humanos y destruye más vidas humanas que toda la multitud de mensajeros de infelicidad y agentes letales de Dios juntos.”

  Quedó en extremo pensativo Rodolfo BV, después de soportar mis anotaciones mal leídas pero de inquietantes aseveraciones, tal vez persuadido de que estaba fuera de mis cabales, pensé ya por un momento al apasionarme tanto por las moscas, pero no, sólo tomaba coraje para sorber su primer trago de café después de semejante dosis escatológica, pero a la vez parecía dispuesto a seguir con el tema que surgió espontánea y quizás a falta de temario más circunspecto a nuestras preocupaciones habituales que solían ser  más de índoles culturales y políticas.

    Mientras leías o hacías que leías me vino a la memoria un episodio o anécdota que había leído alguna vez pero no recuerdo ni remotamente en dónde o cuál libro, que Hipócrates curaba haciendo posar y poner larvas a las moscas sobre las heridas sangrantes, para supurar primero y cicatrizar luego, dice que hacía infectar primero la herida y algo por el estilo, atribuía por lo tanto a las moscas un poder curativo, según parece y de acuerdo a aquel escrito… –refirió Rodolfo algo divertido y no habitual en él hacer comentarios dando crédito a lo no científico, tal vez  por ser un gran conocedor de la historia y las ciencias, un marxista de fuste y “aggiornado” político y politólogo.

     El mismo Sartre tiene una conocida obra de teatro “Las moscas”, una versión teatral de la tragedia griega, que escribió y representó en París durante la ocupación nazi, en la cual comparaba la presencia militar alemana con las moscas unánimes que arrasó con Argos por castigo del dios Júpiter, como condena a un magnicidio llevado acabo y exigía a la ciudad ocupada por las mascas descubrir y castigar al magnicida antes de retirar dicha ocupación -añadí haciendo alarde de una obra que leí obligado en mi época de colegial desatento y atrabiliario.

   Las moscas junto a las cucarachas deben ser las especies más vulgares entre los seres pero también las más misteriosas, sobrevivieron a los siglos y hasta a las bombas atómicas al parecer nada menos –sumó Rodolfo BV a favor de las intrépidas protagonistas.

  Por mi parte, para la paciente curiosidad de mi amigo, develé que hace tiempo venía yo estudiando la trayectoria histórica de las moscas, por haberlas encontrado aludidas en tantos textos muy celebrados y  de las formas más insólitas, así que cuando mi amigo disparó la anécdota de Próculo Escalante, disparada a su vez por los ataques inmisericordes de las moscas del bar, sobre su hábito de deponer y leer al son y danza de los moscardones azules,  saltó en mí el biógrafo e historiador de esos implacables y “furiosos pedacitos de vida” como las describió el poeta Bukowski en su poema “Dos moscas”, que también leía periódicos y hasta escribía sus libros sentado sobre el inodoro y sin descuidarse de la infaltable botella de cerveza, aunque yo pensaba que nunca iba a encontrar a alguien con quien pudiera compartir mis averiguaciones inútiles, como ésta, por ejemplo, que habla de la importancia de las moscas como metáforas de la vida y de la muerte en el devenir histórico de la humanidad.

   Después del propio génesis de Mark Twain, escribió Erasmo de Rotterdam al exaltar la estulticia en su “Elogio de la locura” que el primer trabajo vindicativo de las moscas fue el de Dión Crisóstomo con su “Elogio del mosquito”, aunque la obra no perduró hasta nuestro tiempo, fue muy celebrada por los sofistas como un modelo de “enkomio paradoxa”, luego continuó con la saga Luciano de Samosata, además de escribir “Elogio o encomio de la mosca”, haciéndose eco con ironía de la inmortalidad de las moscas y de la antigua creencia de que las moscas no eran otras cosas que las almas de los muertos(anima vagans), asimismo trae a colación Luciano algunos conceptos literarios al decir que, entre otros, Homero  tratando de alabar al mejor de los héroes, no compara su vigor con el león, la pantera o el jabalí, sino con la audacia de la mosca y con lo intrépido y persistente de su ataque.” Pero Erasmo remató su elogio a la libertad natural de estos seres insignificantes e impertinentes pero llenos de supersticiones humanas: ¡Cuánto más deseable es la vida de las moscas y de los pájaros que viven libres de cuidado y a tenor sólo del instinto natural, con tal que se lo toleren las asechanzas del hombre! Si cuando se encierra a los pájaros en una jaula se les enseña a imitar la voz humana, es admirable cuánto pierden de aquella gracia natural suya." –seguí explayándome y descubrí extasiado a mi amigo escuchando mis anotaciones de la pequeña agenda y dispuesto a añadir su gran conocimiento filosófico.

   A propósito de las moscas, ya que estamos…se decía por ahí también que el propio Descartes, descansando una siesta y mirando el techo, observó a una mosca posada en una pared, justo en un punto equidistante que llamó su atención, a poca distancia de la línea que une a las dos paredes, dice que esa posición de la mosca, con respecto a la línea final de una pared y comienzo de la otra, le inspiró la teoría de las coordenadas cartesianas, por primera vez casi que el álgebra o la matemática se combinaban de ese modo con la geometría para luego mensurar teóricamente toda la existencia y el universo creído entonces todavía en gran medida que era infinito –disparó su misil de científico vocacional Rodolfo BV, aunque me tenía acostumbrado con su amplio conocimiento me sorprendió que haya formulado esta vez su enunciado con apoyo de las moscas.

    Para acompañar de alguna manera a mi amigo su excelente puesta en escena del amplio conocimiento que exhibía, eché mano a la consabida noción del hombre como una especie más dentro del reino animal, que nos trajo Charles Darwin con su magistral obra El origen de las especies, en cuyo sistema la mosca y el hombre son eslabones de una misma cadena de vida, que proveyó congruencia para todos con su inobjetable teoría del evolucionismo biológico y que aplastó epistemológicamente la versión creacionista y derrumbó al hombre de su nebuloso cielo divino, para convertirlo en una suerte de  ángel caído en la tierra, colocándole en “el puesto del hombre en el cosmos” como escribiera Max Scheler, es decir, el hombre puesto en el cosmos debió adaptarse para sobrevivir, comió su propio rabo y quemó las alas de  tanto acercarse al fuego del conocimiento, pero no se debe dejar de mencionar que, muchos por añorar tanto el cielo perdido, sigue viviendo en la luna abstraídos de la realidad y la vida empírica.  Para reforzar mi comentario desparramado, una vez más recurrí a mis anotaciones de agenda e ilustré mi exposición con escritos de Nietzsche, extraídas entre otras de “De las moscas del mercado”, que anoté  alguna vez sólo por la referencia a las moscas: “Desde el inicio de la época moderna, el hombre no sólo ha perdido su posición central en el universo, sino que las teorías de Darwin también hacen tambalear su pretensión de ser una creatura de Dios. Se ha vuelto un animal, un animal sin parangón, escape ni reserva; él, que en su creencia anterior casi era Dios. Pero si pudiéramos comunicarnos con una mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de esa misma pasión, y se siente el centro volante del mundo. Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante que sea, que, al más pequeño soplo de aquel poder del conocimiento, no se infle inmediatamente como un odre; y del mismo modo que cualquier mozo de cuerda quiere tener su admirador, el más soberbio de los hombres, el filósofo, está completamente convencido de que, desde todas partes, los ojos del universo tienen telescópicamente puesta su mirada en sus obras y pensamientos."

  Rodolfo BV apuró un sorbo más de su “lágrima” y se dispuso a continuar el razonamiento, al tiempo de acomodar sus lentes que habían quedado humedecidos por el humo del café, colocó la taza sobre la mesa y se despachó el último de los enciclopedistas  que atendía en un bar y yo consultaba a diario.

   Occidente de tradición judeocristiana siempre tuvo al hombre como una especie superior a todas las demás y cuando no “a imagen y semejanza” del mismo Dios, el hombre como hijo putativo del Creador y heredero de cuanto existiese en la tierra y en el cielo. Sin embargo, el Oriente milenario siempre supo, a través de sus sabios más renombrados como Zoroastro, Buda, o Confucio que el hombre era un ser que ocupaba su limitado lugar como cualquier otros seres como las plantas, los animales pequeños y grandes, los astros y las estrellas, incluso Mahatma Gandhi, en base a su creencia en la “ahisma” o la no-violencia hacia cualquier ser vivo, en 1935 llegó a oponerse en forma tajante a la fumigación de veneno contra las moscas y mosquitos que provocaban una peste de paludismo en la India, argumentando  entonces que “no tenemos el derecho de quitar la vida a los mosquitos, piojos, ratas o pulgas. Tiene tanto derecho a vivir como nosotros.”

Cada vez mi amigo me arrinconaba más con sus destellos y relámpagos intelectuales hacia mis quehaceres y saberes propios, zapatero a tu zapato me decía yo por lo bajo ante tan brillante exposición, para salir del paso volví a mencionar a los poetas que también se inspiraron en las moscas, quizás como jactancia de su arte o una forma de exhibir su talento, dije sin mucha convicción, como hiciera Pablo Neruda en sus Odas elementales al inspirarse en una farmacia para versar: “Farmacia, / iglesia / de los desesperados / con un pequeño / dios / en cada píldora..., o bien la Oda al átomo para escribir: “Pequeñísima / estrella, / parecías / para siempre / enterrada / en el metal: oculto, / tu diabólico / fuego.”, o en cualquier otra cosa que nunca antes había llamado la atención de nadie y menos de un poeta. El mismo gran escritor y poeta brasileño Machado de Assis tiene un célebre poema “Mosca azul” que podría    aportar un epígrafe a nuestro relato sobre las moscas, que empieza diciendo: “Era una mosca azul, / alas de oro y granate, / Hija de China o el Indostán... Pero la memoria me auxilió generosa en tan difícil trance y me llevó al archiconocido poema “Las moscas” de Antonio Machado, un poeta monumental y popular, cuyo padre precisamente se hacía llamar Demófilo, amante del pueblo, que poetizó sobre nuestras musas en cuestión con los inmejorables versos, que compartí con el amigo gracias a mi frondosa agenda : “Y en la aborrecida escuela / raudas moscas divertidas , / perseguidas, perseguidas / por amor de lo que vuela./ Inevitables golosas, / que ni labráis como abejas, / ni brilláis cual mariposas; / pequeñitas, revoltosas, / vosotras, amigas viejas, / me evocáis todas las cosas.”  De igual modo traje al ruedo al otro gran poeta español que fue Dámaso Alonso, nos legó su “Elegía del moscardón azul” al decir bellamente: “Sí, yo te asesiné estúpidamente. / Me molestaba tu zumbido / mientras escribía un hermoso, / un dulce soneto de amor. / Y era un consonante / en -úcar, para rimar con azúcar, / lo que me faltaba.” Asimismo, el admirado escritor venezolano Arturo Uslar Pietri tituló uno de sus más celebrados cuentos “La mosca azul”, basado en la vida de un pícaro trashumante llamado José Gabino, un borrachín que andaba por la vida y los caminos, de pueblo en pueblo engatusando a cada paso a los prójimos para sobrevivir, pero siempre con una mosca azul posada en su roja nariz, “una gran mosca azul, metálica y brillante, de las mismas que se les paran a los animales muertos”, según el narrador, en cuya nariz había quedado grabado el color rojo de cuando actuaba de payaso en un circo y la mosca, desde entonces también, le posaba en la nariz y lo seguía como una sombra volátil o una mimosa mascota nariguera.

   Rodolfo BV pareció sorprendido y abrumado por tantas citas poéticas y literarias en ristras, terminó de tomar su café y ordenó los libros sobre la mesa, pasó revista a los parroquianos del bar que competían con nosotros en charlas bizantinas, observó luego a los transeúntes a través del ventanal, miró su reloj y pareció tranquilizarse por la hora. Meneó la cabeza y se dispuso a comentar  algo más sobre su amigo lector, ya célebre a esta altura  entre nosotros, Próculo Escalante, que nos diera pie a semejante estampido de anecdotarios sobre las moscas azules.

   Mi amigo Próculo en su afición por la lectura llegó a montar una verdadera biblioteca en su letrina, al volver  de su función fisiológica solía comentar sus últimas lecturas llevada a cabo al son de los esfínteres. En una ocasión que lo visité, mientras tomábamos un fresco tereré bajo la sombra de su frondoso mango, de repente decidió marchar  al servicio y no medó más remedios que aguardarlo, a sabiendas de que podía demorar bastante si se enganchaba con algún libro abierto al azar en un capítulo atrapante. Y ocurrió lo previsto, al rato volvió eufórico y transpirado pidiendo de urgencia un tereré para sorber, seguido por algunas de sus infaltables y mentadas moscas azules, según él proveedoras de la música más sublime a la hora de su lectura, y comentó que durante su jadeante deposición leyó algunas páginas magistrales del Diario de Colón  o Crónica del primer viaje de Cristóbal Colón, donde en algunos párrafos el almirante llamó pájaros-moscas a los multicolores colibríes que le sobrevolaron apenas pisó América, por un lado, luego mencionó que leyó  también al pasar la “Rebelión en la granja” de George Orwell, donde habla del cerdo mayor o líder de la granja que tenía cola para espantar a las moscas pero que el cerdo hubiera preferido no tener cola ni moscas que espantar, contrario a lo que decía el poeta Baldomero Fernández Moreno: “Cada vez que tengo que espantar una mosca con la mano echo de menos el rabo.” –agregó risueño mi amigo por la costumbre pintoresca de nuestro personaje de marras.

   Yo recogí los guantes para corresponder de alguna manera tan llamativas citas literarias y me remonté también hacia el Oriente para dejar volar una pandorga teórica y que había mencionado Rodolfo BV, que citó a Gandhi para enunciar los derechos de las moscas y otros conceptos más amplios de cosmovisión que tenían los orientales a diferencia de los occidentales que supuestamente éramos nosotros, antropocéntricos,  para traer luego a mención a los poetas japoneses del hai-kú, hai-kai o hai-ku’i, cuya pronunciación fue formando y deformándose en miles de años, es una composición poética brevísima consistente en tres versos (5 7 5 sílabas), que remite su nombre en lo lingüístico al remoto origen común austronesio con el guaraní, más precisamente a la lengua mahorí de Nueva Zelandia y otras naciones oceánicas, donde “haí”(trazo o raya) significa por añadidura escribir y escritura, y “ku” o “kû” lengua como órgano o habla, escritura que habla o que cuenta en guaraní, por un lado, así como también “yvyku’i” significa tierra en partículas o arena, haiku(‘i), podría  significar tranquilamente letra en partículas o escritura fragmentaria o fragmentada, que según el estudioso del guaraní Tadeo Zarratea, lo más apropiado en el guaraní actual sería “haiky”, un brote de escritura pero perenne ya en su forma y extensión. Esta forma poética fue cultivada inicialmente en Francia por Apollinaire con su Caligramas, por Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Antonio Machado y Luis Cernuda en España; por Ezra Paund en Estados Unidos, José Juan Tablada y Octavio Paz en Mexico;  por Jorge luis Borges, Alvaro Yunque, García Saraví y González Lanuza en Argentina; por Mario Benedetti en Uruguay y Jorge Carrera Andrade con su Microgramas en Ecuador; asimismo, en Paraguay es muy cultivado en la actualidad el haikú, haikai, haiku’i o haiky por poetas de nueva generación tanto en castellano como en guaraní como Augusto Casola, Feliciano Acosta, Javier Viveros, Ricardo de la Vega y  Santiago Montiel, entre otros, incluso éste último publicó su poemario con el sugerente título de "Haikus, haiku'i y no tanto".

   El haiku es de tradición milenaria para la poesía japonesa, pero se consolidó en el siglo XVII con el poeta Matsuo Bashô, tenido como uno de los padres  de los haikus modernos, la esencia de estos versos es lo nimio, lo pequeño y lo efímero de la vida y la naturaleza, captan lo supremo del momento actual, registra el imperio del instante y “es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento”, el hic et nunc, que decían los antiguos latinos para significar el “aquí y ahora”. Bashô para inspirarse decidió vivenciar primero para luego escribir, con tal motivo se propuso viajar mucho y vagar siempre recogiendo sensaciones y visiones que dejó relatado en sus célebres libros Diario de un esqueleto abandonado a la intemperie y Sendas de Oku, donde anotó, entre otros preceptos poéticos: “Todos los días son viaje y la casa misma es viaje”, pero entre las nimiedades que describió se destacan los relacionados a los seres pequeños como las moscas y los mosquitos al decir: En mi choza / todo cuanto puedo ofreceros / es que los mosquitos son pequeños – comenté tratando de ser breve también hablando de la brevedad de los haikus.

   Yo como avezado en temas económicos la poesía me remite siempre a aquellos versos de Francisco Quevedo y Villegas, “El Poderoso Caballero es Don Dinero”, insuperable concepto poético para describir el funcionamiento social del capitalismo, un antecedente brillante quizás de El Capital de Marx. Incluso, Quevedo, tiene un escrito precisamente que se llama Consejos para guardar la mosca, capaz que forma parte de “La vida del Buscón llamado don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, donde no hace apología de los seres o las moscas azules de  Próculo Escalante que estamos hablando nosotros sino de la otra mosca que bien zumba también para muchos al tintinear, el gran poeta español del Siglo de Oro se refiere en forma llana y sonante al vil metal y de cómo hacerse poderoso caballero para reinar en este mundo de piratas y mercaderes –remató Rodolfo BV sabio como siempre.

  Me costó retomar la línea poética de los haikus después de tan estruendoso comentario poético sobre  el filoso Quevedo y Villegas, autor de “La culta latiniparla” o “Don Francisco de Quebebo” como lo denigraba su célebre enemigo poeta Luis de Góngora y Argote, para sumar al poeta Bashô otro grande de la poesía japonesa y muy afín a nuestro cometido de cantar loas a las moscas.

  Issa Kobayashi fue otro de los grandes poetas clásicos del haikú o haikai, compuso alrededor de 1000 haikus sobre animales, entre los que pueden encontrarse 54 sobre caracoles, 200 sobre sapos y ranas, 230 sobre luciérnagas, 150 sobre mosquitos, 100 sobre moscas, 90 sobre cigarras, 100 sobre pulgas, amén de un importante número sobre pájaros, plantas y niños. El mundo va muy bien./ Otra mosca / come el arroz. / Matando una mosca … / herí / una flor. / Pedí prestada mi cabaña / a las moscas y mosquitos, / y dormí. –declamé leyendo de mis anotaciones y espanté algunas que otras moscas que seguían sobrevolando nuestro encuentro que no tuvo mejor tema que las propias moscas.

   Se abrió a continuación una suerte de tregua y las corrientes poéticas y literarias tocaron un recodo al parecer, pero el amigo Rodolfo Bv rumbeó hacia el añorado terruño.

  En Paraguay, sin embargo, nunca fueron bien tratados los “ñati’û” y “mbarigüi”(mosquitos), los “mberu reí”(moscas comunes), los “mberu hovy”(moscas azules) ni los “mbutu”( tábanos), porque sumaban molestia al calor infernal generalizado, salvo para el camarada Próculo Escalante que celebraba sus compañías a la hora de la lectura en las letrinas. Igual que Marcel Proust que asociaba su presencia al verano y traía música para establecer la esperada estación: “…y que al resonar en esa atmósfera sonora, propia de las temperaturas calurosas, parecía que lanzaban a lo lejos estrellitas escarlata; y también por las moscas, que estaban ejecutando en mi presencia, y en su reducido concierto, una música, que era como la música de cámara del estío, y que no evoca el verano a la manera de una melodía humana que oímos una vez durante esa estación.” Pero en Paraguay las moscas siempre fueron despreciadas, espantadas con violencia e insultos variopintos, siempre se las asociaban con los peores augurios y hasta con la muerte más temida. Aunque de jóvenes usábamos la expresión de “los mberu” o “los perros” para nombrar a los amigos y compinches de parrandas. Para denigrar al único bar del pueblo le llamábamos “bar mberu”, por  no contar con parroquianos nunca y por tener sólo a las moscas como clientes. Pero todo nos remite al amigo Próculo, él  que alardeaba de tener un nombre memorable de un frustrado emperador romano que perdió contra Probo, otro César de gratos recuerdos para los habitantes del antiguo Lacio, y de un venerable obispo cristiano de Constantinopla o Estambul que muy bien no recuerdo. Con respecto a su apellido Escalante, explicaba que provenía de la Cantabria prehistórica y de la Cueva de Altamira, que el historiador romano Catón el Viejo ya hablaba de sus ancestros cántabros en su obra “Orígenes”, que su primer pariente Juan de Escalante llegó a América como capitán en la expedición de Hernán Cortés y terminó en la conquista de Tenochtitlán, que descendía también por vía materna del rebelde cacique Oberá que se enfrentó a los conquistadores españoles, que era de estirpe caballeresca los Escalante y de la Orden de Santiago, además de ser familiar directo del popular músico Martín Escalante, integrante del famoso dúo paraguayo Quintana-Escalante – agregó el amigo a su ya abundante referencia al citado personaje.

   Alguien dijo que en Paraguay no fue posible  desarrollar la filosofía como fue desarrollada en Atenas por el intenso calor que no deja pensar, que produce un “kaiguetismo”(modorra quemante) que paraliza el cerebro y conduce al ocio estéril de vivir apantallándose y tomando tereré ad infinitum –disparé un disparate como decía un amigo que gustaba jugar con las palabras.

 Realmente un disparate, contrasta con otros disparates chauvinistas y nacionalistoides que intentan mostrar al guaraní o paraguayo como una raza superior, eso podemos apreciar claramente en los escritos de Natalicio González(El Paraguay eterno), de Manuel Domínguez(El alma de la raza) y de Emiliano O'Leary(Apostolado patriótico, Recuerdos de gloria y El libro de los héroes), entre otras celebradas obras del acervo nativo, más allá de que sean excelentes libros desde el punto de vista literario, poético y hasta filosófico si se quiere, pero desenfocados en gran medida desde el conocimiento historiográfico positivo o científico. Sin embargo, la experiencia del pueblo guaraní-paraguayo es sui géneris en lo político y filosófico. Los guaraníes en lo social y político ya practicaban en su etapa superior lo que denominaron Morgan o Engels “el comunismo primitivo”. Luego algunos conquistadores, provenientes principalmente de las comunidades de Castilla y Valencia, y los comuneros paraguayos cuestionaron el origen divino del Rey y sostuvieron como única fuente de poder legítimo el fuero popular. Y cuando Carlas Marx todavía estaba en pañales y en la cuna, Rodríguez de Francia ya había implantado la primera Dictadura del Campesinado, contradiciendo de antemano su posterior teoría de la Dictadura del Proletariado, como contradecirían e implantarían luego Lénin en Rusia y Mao en China, así que la filosofía nunca fue ajena al Paraguay, aunque se conozcan pocos cultores hoy en día y menos difundidos aun algunos que intentaron emular a los maestros de las ágoras atenienses. Tenemos por ahí, por citar algunos ejemplos, a mi correligionario febrerista José María Rivarola Matto, escritor, dramaturgo y periodista, con sus ensayos “Hipótesis física del tiempo”,  Reflexión sobre la violencia” y  “La no existencia física del tiempo”,  donde especula con gran sagacidad los alcances filosóficos de temas tratados, asimismo a Oscar Creydt, intelectual e histórico dirigente del comunismo paraguayo, con su obra “Del Universo Inconsciente a la Formación del Trabajador Consciente Racional”, donde ensaya con gran originalidad el materialismo histórico que extrajo del marxismo científico durante su larga militancia en la vanguardia revolucionaria y formación incansable como un auténtico cuadro marxista -leninista –brilló Rodolfo Bv una vez más con su compendio de historias y conocimientos.

   Como filósofo actual en Paraguay tenemos a tu amigo Juan Andrés Cardozo, talentoso poeta, gran escritor y filósofo, además de periodista y profesor universitario.  Una reseña habla de que dentro de la variedad de sus temas de teorías múltiples, se destacan los de filosofía, a saber: “La razón como alternativa histórica” y “El estado autoritario”. Dice una de sus premisas más difundidas que "...Está llegando la hora en que no podemos seguir siendo el punto epigonal de las ciencias y la tecnología. Está llegando el tiempo en que se hace necesario pensar con serenidad y sistematicidad; por nuestra cuenta y para nosotros mismos". Si bien no sabemos que tenga algo que ver su filosofía con la escatología que plantea nuestro personaje Próculo Escalante, sin duda su origen lo vincula en forma directa, ya que vio la luz y proviene su ser del mítico y fluyente río Tebicuary. Y yo tengo otro amigo filósofo, surgido de entre “los perros” o amigos de mi niñez y adolescencia, compueblano vecino y compañero por haber estudiado en el mismo Colegio Nacional “Defensores del Chaco” de San Juan Nepomuceno, llamado José Manuel Silvero Arévalos, oriundo del barrio San Vicente peor más conocido como Villa Cohete, convertido luego en profesor universitario, investigador y escudriñador de pensamientos filosóficos entre los grandes intelectuales paraguayos, Cecilio Báez, Natalicio González, Rafael Barrett, Teodosio González, Manuel Domínguez, Fulgencio R. Moreno, Eligio Ayala, Anselmo Jover Peralta, el doctor Rodríguez de Francia, entre otros, y promotor impenitente en nuestro país de los pensamientos más avanzados en la ciencia y la filosofía, un abanderado de la Bioética.

   Realmente, un admirado amigo es Juan Andrés Cardozo, me alegra que lo tengas presente, hizo un gran aporte con la docencia y divulgación de los pensamientos filosóficos y sistemas filosóficos de los autores clásicos y actuales, además de haber cumplido excelentes misiones diplomáticas para el gobierno paraguayo. En cuanto a tu amigo filósofo, me parece cuanto menos pintoresco por haber salido de entre “los perros”, como bien dijiste, entendido eso como la corriente cínica legada por el gran Diógenes de Sínope, que su aula de enseñanza  consistía en la plena calle donde impartía su clase a sus cánidos alumnos y ocasionales transeúntes –alentó Rodolfo BV y me permitió completar  el gran trabajo que ha desplegado hasta ahora el filósofo de Villa Cohete.

   En su libro “Historia del pensamiento paraguayo”, en coautoría con Luis Galeano y Domingo Rivarola, tomó a tres pensadores y llegó a la conclusión de: “Para esa ocasión me tomé el tiempo debido y estudié en serio a estos pensadores y me di cuenta de que en los tres autores podía analizar el cuerpo desde varias ópticas. La cabeza es muy importante para Cecilio Báez (positivismo liberal), el pie para Natalicio González (nacionalismo telúrico) y para Rafael Barrett es primordial el estómago (vitalismo). El filósofo Silvero escribió un arriesgado ensayo con fines higiénicos y ambientales, “Suciedad, Cuerpo y Civilización”, continuando con la labor de Teodosio Gonzáles que ya denunciaba en 1930 la falta de infraestructuras y cloacas en “Infortunios del Paraguay”, al parecer sin pretensión filosófica pero el libro está lleno de metáforas y simbolismos que remiten y responden a sistemas de la filosofía, antropología y sociología. Al respecto nuestro filósofo escribió: “Lo sucio nos muestra limpiamente que cargamos a cuestas una historia que nos ha condicionado en demasía con respecto a los no admitidos. Nos resistimos a creer que la verdad, la belleza y el bien puedan vivir fuera de las fortalezas de la tradición y de la norma. Más allá de lo que consideramos válido, útil y adecuado, nada hay para nosotros. Sin embargo, en los suburbios, en los límites de nuestro lenguaje y de nuestro mundo, todo el constructo que sustenta nuestras certezas y que defendemos de manera apasionada se subvierte ante la variedad de realidades cotidianas alternativas. Rodolfo Kusch sostiene que la vigilancia desmesurada de nuestro atuendo académico nos hace sentir pulcros, pero que de lo que no nos damos cuenta es de que cuando dejamos esa aura nos encontramos con la vida, y encontrarse con la vida es encontrarse con el hedor, con todo eso que nosotros rechazamos” –leí a la apurada para que el amigo pueda hacerse idea de que se trataba la obra del filósofo.

  Muy interesante el tema, de alguna manera viene al caso de nuestro personaje Próculo Escalante que hacía gala de ser lector imperturbable de las letrinas y de gozar con el concierto zumbado y zumbante de las moscas azules, que otros con seguridad hubieran detestado dicha costumbre por reñir con pautas de la higiene y los buenos modales. Yo también soy un hombre de origen campesino, de mita’i en Encarnación experimenté todas las vivencias a que nos obligan la falta de infraestructura urbana y desarrollo de comodidades. El uso de los yuyales, escusados y letrinas improvisados era habitual para cuando llamaba las necesidades fisiológicas y el apuro de los esfínteres – comentó en forma elegante Rodolfo BV en busca de alguna referencia sobre el tema por parte del filósofo Silvero.

   Justamente, Suciedad, Cuerpo y Civilización, ilustra su tapa con un pie aporreado por la pobreza material y orfandad social, un pie de “pynandí”(mítico pie descalzo de campesino combativo) convertido por la injusticia en “pychâichî”(personaje popular de pie infectado por los piques y lastimado por  andar sin tregua), pero el libro en general trata de qué se hace con los desechos domésticos e industriales en el Paraguay, cómo se procesa los residuos cloacales y la misma mierda dice el filósofo Silvero, a sabiendas de que nuestro país carece de infraestructura para  eliminar o reciclar sus desechos. Así como nuestro amigo Próculo Escalante aprendió a disfrutar de las moscas azules, atraídas por las deyecciones hogareñas, y convertir el servicio de excreciones en un apacible lugar de lectura, pero el filósofo de Villa Cohete, llamado así su lugar de nacimiento por haber lanzado allí su grito filosófico de alerta como un gran pedo contra la polución del país y el calentamiento planetario, sostiene  que el Paraguay y demás países pobres están hechos por hoy una letrina generalizada donde caga la industria globalizada infestando todo, que hasta las moscas desaparecieron por tan contaminantes deposiciones y excrementos químicos –expresé airado imitando a mi interlocutor tan locuaz a la hora de  exponer su abundante información.

   A esta altura de nuestro encuentro, Rodolfo BV había sugerido ya que el desayuno perdió efecto y podríamos, dijo, teniendo en cuenta el tema inagotable del día, apuntar a un almuerzo liviano para luego cumplir el rito de la siesta cada uno en su casa, pero sin dejar de añadir su preocupación sobre lo expuesto.

  La pobreza en Paraguay, después de la tragedia de la Guerra Guasu, fue constante y sostenida en el tiempo, el libro de Silvero expone sin ambages la miseria enseñoreada por nuestro pueblo, no sólo  en base a lo material sino lo espiritual y psicológico también, los efectos devastadores que sufrió el Paraguay en su tejido social y le incapacitó casi, hablando de cuerpo y civilización, para incorporarse y reincorporarse sobre su tragedia histórica, condenándole a sobrevivir como nación a expensas de donaciones(pordioseadas) de cuasi países  de facto como Taiwán e Israel, como también los otros vecinos como Argentina y Brasil que siguen usando a nuestro país como un patio trasero para lavar todo lo sucio(triangular), manipularlo como un convidado de piedra en tratados leoninos(Itaipú y Yacyretâ) o volverlo un vil objeto para todos los servicios inconfesables –apuntaló el amigo y se tornó la charla espesa y ceremoniosa.

   Nuestros poetas populares como Teodoro S. Mongelós en sus versos de “¡Ha, mboriahu!”(¡Oh, pobre!)), Emiliano R. Fernández en “Mboriahu memby”(Hijo de pobres), Víctor Montórfano en“Tetâgua Sapukái”(Grito del pueblo) y Juan Maidana en “Mitâ guerahaha”(Ladrón de niños), denuncian la pobreza de nuestro pueblo, poética, filosófica y hasta teológicamente, interpelan a Dios por permitir al mundo y a los hombres que existan tantos pobres en tan crueles condiciones sociales e inhumanas existencias. Mongelós dice en uno de sus versos: “¡Ha, mboriahu…! Ñandejara tukumbo rupa(¡Oh, pobre, sobre ti apoya su látigo Dios)”. Emiliano, por su parte, para denunciar la injusticia, dice “Itujupaite ko mundo, ojero’aitema(Es un podredumbre el mundo y va ya en declive). Montórfano  clama contra la injusticia: Pyhare, ku ijapyra’ỹva / aretéma niko oiko / ñane retâmíme oñua / ha pytû guýpe oguereko(Noche, una noche sin fin / ha mucho tiempo que cubre / con su manto nuestro país / y en la oscuridad le tiene).  Y Juan Maidana enlasta por Dios que creó la desigualdad al hacer peones y patrones: “Amo ipahapete / ndaje aipo Ñandejára / mboriahu mba’apohára / ojapo voí raka’e…(Pero al final de cuenta / había sido Dios mismo / hizo al peón sin renta / desde lunes a domingo) –añadí un tanto irónico mi cuota literaria a la apreciación oportuna de Rodolfo BV.

     A todo esto, había transcurrido la mañana y el mozo del bar comenzaba ya a servir el frugal almuerzo, consistente en una tortilla de papa que compartimos y el célebre bife de chorizo en mariposa. Pero previamente el jefe de mozos había rociado con repelente el bar, para espantar las aguerridas moscas que no dejaban de zumbar por el salón, hecho que hubiera abominado seguro el gran Mahatma Gandhi con su desmesurado amor por los seres vivientes.

  Increíble a donde nos llevó la anécdota de mi camarada Próculo Escalante, todavía ni mencionamos la cantidad de dichos, refranes y adagios relacionados con las acaparadoras moscas. Podríamos incluso hacer un certamen, al estilo de Homero y Hesíodo, o una suerte de contrapunto como los payadores citando aquellas frases con analogía a las moscas –propuso algo bromista para mi sorpresa Rodolfo BV.

   Se llama bigote mosca el usado por Hitler y Chaplin –dije yo para empezar.

   Un águila no caza mosca – contestó desafiante el amigo.

   No se usa nunca el cañón para matar mosca – devolví la pelota.

  Cuando el diablo no tiene qué hacer espanta moscas con la cola, cuando no la mete en lo que no le concierne barajó hábilmente mi émulo.

   En boca cerrada no entran moscas – contesté para salvar mi turno.

  Está papando moscas, decimos nosotros, “muscas deglutires” según los latinos,  cuando alguien está embelesado, abstraído y boquiabierto ajeno a la realidad agregó explicando Rodolfo BV.

  Anda con la mosca detrás de la oreja –decimos también cuando alguien anda muy perseguido, receloso y prevenido.

   La ley es una telaraña que detiene a las moscas y deja escapar a los pájaros –apuntó el amigo sacudiendo su rica memoria.

   Más moscas se caza con una gota de miel que con un barril de vinagre –pude corresponder apenas.

   Teme a quien te teme, aunque él sea una mosca y tú un elefante - un dicho árabe, aclaró el amigo.

  Los vicios son para los hombres como la taza de miel o plato de azúcar para las moscas –reinventé un dicho, para no perder el tiempo de mi vez.

  La maldición no mata ni una mosca pero hace tropezar a los supersticiosos – sentenció Rodolfo BV y me hizo un gesto de que el juego había terminado.

  Por mi parte, no hay mas dichos ni refranes tampoco, sólo una curiosidad. El genial y admirado escritor mexicano,  Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno(“Juan Rulfo”) había nacido en Sayula,  en lengua nahuátl significa “lugar o tierra de las moscas”, dentro del estado de Jalisco, uno de los tantos pueblos que viven y perviven, como se dice,  lejos de Dios y muy cerca de los Estados Unidos en perpetua desgracia, autor él de “Pedro Páramo” y “Llano en llamas”, obras literarias maravillosas donde la pobreza toca fondo y la belleza trágica se remonta por los cielos –intenté redondear con una dudosa metáfora literaria.

    Nuestro encuentro, más prolongado de lo habitual, cuando ya iba tomando el rumbo final, Rodolfo BV me solicitó un ejemplar o copia pirata del libro de mi amigo filósofo José Manuel Silvero Arévalos, entonces le expliqué algo más de nuestra relación de amistad y cooperación intelectual.

  El amigo Silvero había utilizado, para ilustrar y referenciar poéticamente su obra “Suciedad, Cuerpo y Civilización”, mi trabajo “Poemas descartables y otros baladíes”, publicado en forma de rollos de papel higiénico, allá por la década de 1990, en un ataque de inspiración contra la instauración brutal del neoliberalismo y globalización en nuestros países, una metafórica y escatológica respuestas contra aquel paradigma que dice de que “todo es negocio, lo que no da ganancia no sirve”, que la inversión en educación, salud y desarrollo social es puro gasto y recesivo costo que afecta a la larga la macroeconomía de un país. 

   Rodolfo BV se puso otra vez entusiasta y celebró que hayamos trabajado juntos, un poeta y un filósofo unidos pocas veces visto en el Paraguay pensando a favor de su glorioso y sufrido pueblo, dijo algo así. Me invitó sin querer con su dicho, para cerrar de alguna manera el encuentro protocolar convertido en un simposio sobre las moscas y un largo homenaje a Próculo Escalante, traer una sarcástica conversación que tuvimos con José Manuel Silvero, a raíz de una solicitud de algunos relatos escatológicos que me hizo, que giró precisamente sobre el significado y etimología de la palabra “escatología”, como también su objeto de estudio como disciplina y su vocación de pretendida ciencia.

  José Manuel, el término “escatología” parece referirse a dos cosas completamente diferentes: por un lado, la escatología estudia el conjunto de creencias referidas y referentes al fin de los tiempos del mundo y la humanidad, por su raíz etimológica en griego de “eskhatos” que significa “último y, por el otro, se dedica también al estudio del excremento y mierda humana, por provenir a su vez del griego “skatós” que significa llanamente “excremento”, la excreción humana que Próculo Escalante depositaba al tiempo de gozar con la lectura y las moscas azules, vocablos que al trasponerse o transcribirse sólo al español se usan en forma errónea e indefinida; aunque lo correcto sería “escatología”, para el primer caso, y “esjatología”, para el segundo, teniendo en cuenta la pronunciación original en griego que hace bien el distingo de un vocablo del otro. A lo mejor como filósofo mi amigo, podrías echar un poco de luz sobre la suerte de entelequia y una especie oximorón que resulta entender que el evangelista San Juan, autor del Apocalipsis, resulte al mismo tiempo un pornográfico  excremental y un profeta elegido por Dios para anunciar de cómo  será el fin de los tiempos y de la humanidad toda –planteé al filósofo amigo que suele tener respuesta para todo en la punta de la lengua.

  Bien lo dijiste al principio, la homonimia, la contradicción y la dualidad de objetivos de la escatología es sólo aparente, pero estudia la misma cosa nombrándola de manera diferente a una y otra. Por un lado, estudia la excreta o mierda que deyectamos a diario toda la humanidad en los yuyales, letrinas o inodoros; por el otro, aunque nos hubiera gustado humanamente un desenlace más épico, decoroso o cristiano, estudia el postrer destino y la forma, basado tanto en los sagrados evangelios de la Biblia como en los sendos tratados científicos que anticipan el inexorable ciclo de vida del planeta, de cómo por último tendrá el mundo su deyección o anunciada cagadera, sin remedios que puedan evitar ni moscas azules que puedan zumbar  siquiera y menos celebrar su nada heroico acto final al obrar–me respondió, tajante e impávido, el filósofo de Villa Cohete.

Mayo, 2014.

*Relato extraído de Espiridión y el arte de la manipulacion, Ed. el Fausto,
de GRS.